"I think it's time to blow this scene get everybody and the stuff together.
Ok, 3, 2, 1, let's jam."


lunes, 3 de diciembre de 2012

Mecha

Nadie dijo que sería fácil es comprensible, la vida no lo es. Tal vez es ahí donde reside la gracia, que se pierde si los días son demasiado largos y las noches tan frías. Si las cenizas cubren el tejado, si las paredes son mancilladas por la soledad. Quizá la gracia tampoco está ahí.

No es extraño, entonces, querer regresar. Porque aunque aquí el viento sea apacible y los días encuentren muerte en noches claras, no puedo olvidar que es una jaula, que muta a conveniencia, haciendo más tortuosa la estancia.

Y cuando me siento tan débil, tan enferma, tan fugaz, retuerzo tu recuerdo y lo sufro hasta que sale por mi boca sin control. La felicidad, la entereza, incluso mi vida parece escurrirse entre mis labios. Me pego a la pared y te hago sitio en mi cama, inconscientemente esperándote. Como si tus ojos azules pudiesen calmar el dolor. Como si fueras a volver.

Pero nunca lo haces y las noches se vuelven oscuras, en el peor sentido de la palabra: los monstruos sales de debajo de la cama, me aplastan mientras susurran. Intento entones alzar mi voz, pedir ayuda y cuando ya nada me queda, sólo deseo que me salves, que me guardes cerca. Y todo es en vano, las palabras se rompen en las paredes de una infinita carretera. Arremeten entonces las pesadillas, el agónico recuerdo del golpeteo descompasado y grave de un corazón que grita de dolor al morir.

Y siempre espero que lo calles, pero tú no puedes oírlo.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Segundo origen

La noche era fría, las calles de esa ciudad en ruinas estaban desiertas. Ni un alma osaba salir de su hogar. El ruido de las bombas se asemejaba a un incesante goteo de un grifo mal cerrado. Cada gota cien vidas. Cada explosión se escurría por las cañerías. Las ventanas cerradas, las cortinas hechas harapos reposaban en el suelo, testigos del incidente.

La chica que una vez lo tuvo todo, miró la luz que provenía des del exterior con ojos huecos, mientras lloraba sin lágrimas sobre su ciudad natal. O lo que quedaba de ella: ese inmenso agujero que ahora era Barcelona. Y aunque sólo podía intuirlo gracias a la luz lunar (nunca lo había visto a la luz del día por el peligro de ser descubierta), le parecía conocerlo perfectamente.

La chica que de pequeña quiso ser artista se dijo que mirar por la ventana no le traería nada bueno. Por eso se giró y sin usar el tanteo que había necesitado en un principio, sorteó una mesa que cojeaba de una pata y que nadie tuvo tiempo de arreglar y se acomodó en el pequeño sillón de cuero roto. Echó mano al tesoro que se había encontrado esa misma noche (a penas unas horas antes) en su búsqueda de comida, el último paquete de Camel que vería en su vida y que le hizo recordar a su madre. Esa mujer a veces rubia y tantas otras morena o pelirroja o rubia de nuevo, con un humor que cambiaba dos veces cada hora. Siempre triste, casi nunca tal vez, tan sólo melancólica. Porque es verdad, su madre siempre parecía ver cosas que los demás no podían ver.

Le vino a la mente que una vez, antes de la guerra y el hambre, pensó que su madre no pertenecía a este mundo (o a esta realidad o vida). Que había visto algo más allá y lo que sea que fuese, fue maravilloso y cuando tuvo que regresar, nunca volvió a ser la misma, sólo una sombra de lo que fue. La chica que nunca vio Liverpool, solía preguntarse si alguna vez llegaría a conocerla.

Cerró los ojos y se encendió uno de los cigarros maltrechos. Recordó (mientras la nicotina hacía de relajante) la frase de un libro que no pudo acabar: "Si la maternidad es el Sacrificio personificado, entonces el sino de la hija significa una Culpa que nunca es posible de expiar". Tiempo después, una brisa de aire helado le erizó el vello e hizo que volviese a mirar por la ventana. Estaba a punto de salir el sol.

Se levantó, apagó el segundo cigarro en el suelo de lo que parecía linóleo y volvió a apostillarse en la ventana.

Sabía que debía retirarse, que ellos saldrían a registrar la zona, pero sus pies parecían clavados en el suelo. Suspiró, ya se temía que ese día llegaría pronto e intentó luchar contra su repentina parálisis, a penas consiguiendo virar el rumbo de su mirada, girando sobre sus talones hasta quedar de espaldas.

"Es fácil, así que simplemente hazlo" Le susurró la voz de su madre.

Y aunque nunca volvió a verla, a la luz del día, Barcelona no le pareció tan distinta: con el agujero o sin él, el cielo seguía siendo inmenso y azul.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Només crec en el que veig jo

He viatjat
d'est a oest
de nord a sud
sense saber a on anar.

Per muntanyes verdes,
entre prats lluents,
boscos plens de vida
i perdudes sendes.

Havent vist tant,
colors de totes menes,
tendres roselles, 
rojos tan llampants.

Els blanc més purs
sobre la cima del món.
Cendra volàtil.
De la nit el negre més cru.

I de blaus n'he vist tants
com dies de vida.
Des de mars infinits
al cel de Bogotá.

Per què, llavors,
si ni el gel de l'àrtic
ni el mar del carib,
em fan perdre la raó,

El teus ulls, amor,
trossos de cel perduts,
canviants com la brisa
em fan perdre el nord?

Perdona'm si m'ofego dins els teus iris, si em submergeixo dins d'ells en un instant ínfim. Perdona'm per no trobar cap motiu per deixar de mirar-los. Disculpa'm, si intentant memoritzar-los m'hi passo hores, si vull conèixer cada lluentor, cada ombra, cada petit matís. Em disculpo per no saber fer res més que deixar perdrem en aquests ulls teus. Perdona'm, un altre cop, per si mai me'n canso. Però, que puc fer-hi jo, si he trobat un cel que no te'l acabes?

No et preguntaries tu també què hi fas aquí, miran't un cel que no és el teu, tant lluny d'ell?





lunes, 12 de noviembre de 2012

Eterno retorno

Me ofreció el brazo y empezamos a andar por los jardines, entre magníficos rosales coloridos. A paso lento,  por baldosas de piedra pulida, brillantes por la lluvia otoñal, resonaban nuestros pasos en sincronía. Tac, tac, tac. Sin parar. Hacía frío incluso con abrigo, un frío húmedo que calaba mis huesos y me hacía apretujarme contra su hombro mientras en él reposaba mi mejilla sonrojada. El cielo gris y nosotros paseando. En casa un velatorio y nosotros en el jardín.

Subí lentamente mis ojos hasta encontrarme con su iris verde apagado. Siempre me fascinaba el cambio de color que sus ojos sufrían dependiendo de la estación. Tac, tac, tac. Y el rocío plic, plic, plic. Sin decir nada, miré mis pies, consternada. Odiaba no saber qué decir. Respiré lentamente, preparándome.

-¿Estás bien?- él clavó su pupila en la mía, desvió un segundo la vista al suelo y volvió a mirarme fijamente- Lo siento, ha sido una pregunta estúpida.

No dijo nada y yo le acompañé. Seguimos andando, hasta llegar a una bifurcación. No recuerdo qué camino elegimos, caminamos al compás. Cuando creía que pasaríamos el paseo en absoluto silencio, él por fin habló.

-No lo sé. No he dicho nada porque no sé si estoy bien. Tampoco sé si estoy mal.- No me dirigió la mirada en ningún momento, y yo tampoco a él, pero eso no me impedía saberlo.- Creo que estoy cansado.

Todos estamos cansados, quise decirle, todos estamos hartos de esto. Me mordí la lengua, obviamente, pero él lo noto. Como si pudiera leerme la mente o descifrar mis movimientos, me dio un suave apretón en el brazo, sonriendo quedamente a la nada. Callamos durante un buen rato, en el que pude maravillarme con el paisaje que, aunque en conjunto gris, no tenía nada de pálido. Adornaban los bordes de las baldosas rosas de especies, colores y tamaños diferentes. Sólo ellas, cuidando del jardín y manteniendo el suelo mojado. Plic, plic, plic, como mil lágrimas por todo el jardín. Y dentro un velatorio, y un muerto en su caja y vestidos negros y crisantemos. Tú tan guapo y yo tan lista. Qué bien nos sentaba el negro.

-Deberíamos cortar algunas rosas-Dijo- y volver dentro, pesar y secarnos.

Cierto, empezaba a llover, con lo que a mí me gustaba. Cerré los ojos, subí el mentón al cielo y escuché atentamente. Inspiré profundamente, gozando del perfecto olor, solté una lagrima que se confundió con la lluvia. Pero él se dio cuenta.

-No estés triste. No me gusta.- Me tomó por las mejillas, retirándome con el pulgar mi lágrima solitaria. Acariciándome con las puntas de los dedos ambos lados del cuello.- ¿Ves? Eres como un gato. Vamos dentro.

-A los gatos no les gusta la lluvia. A mí sí.- Murmuré, con los ojos aún cerrados. Escuchando de lejos el piar de los pájaros, histéricos por el agua.

-Cortemos rosas, Suli. Hagamos un ramo.- Animado, tiró de mí haciendo que abriese los ojos.

-¿Sin espinas?- apabullada, pareciendo una niña a su lado, dejé que me guiase.

Él se giró de golpe, con un misterioso y hermoso brillo en sus ojos, sin desviar la mirada de mis ojos. La mirada más profunda que jamás me habían dado. Volvió a sonreír.

-Sin espinas de colores que se rían en cuanto llore y en cuanto no.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Rosas de Jericó

"En mi jaula aprendí, las ganas de dejar la tentación, pero no a poder descansar."

La desazón de no ser quien esperabas,
de no poder cumplir tus promesas,
de perder aquello que amas.

No ser y nunca poder cambiarlo.
No ser e igualmente seguir,
por un camino indeseado.

Existir puramente por desidia,
no reconocer ni tu sombra.
Y la única esperanza, otro día.

Retorcer la deliciosa agonía,
fruto de batallas redentoras.
Tan sabias y aun así, perdidas.

Dejadme, pues, ser pasto del rocío,
que me moje la lluvia, que me lleve el viento,
que arda junto al fuego y que me cale el frío.

Permitidme ser la ciudad perdida,
un astro errante, la hermosa luna.
Permitidme vivir otra vida.

A cambio, yo os regalo mi calma,
mi amor, mi felicidad y mi fortuna.
A cambio, os regalo hasta mi alma.

Pero que mi sol y mis estrellas,
no partan otra vez de mi lado.
Que me sean devueltas cada una de ellas.

Y si no me es concedido este deseo,
que se ahogue mi ser en la espiral infinita.
Y que de mí no quede ni el más triste recuerdo.

domingo, 21 de octubre de 2012

Out of time

Es triste admitir que fui yo la culpable. Que fui yo quien destrozó mi propia felicidad. Tan ciega estaba que no veía ni quién eras, ni siquiera quién era yo.

Pensé, tan estúpida fui, que podía retenerte a mi lado, que si veías que había alguien que te quería, que se preocupaba por ti, que siempre tendría tiempo para ti, no te marcharías. Tan estúpida fui...

Me decía a mí misma "¡Lucha, no importa que ahora no lo vea, algún día se dará cuenta de que vales la pena!" Y me repetía "Jamás abandones, este es tu sitio, es lo que debes hacer"

Y cuando estaba tan cansada que no servía ninguna de esas promesas, murmuraba tu nombre en la oscuridad, una sola vez, y traía a mi memoria el olor a vainilla. Cuando por fin era capaz de dejar de llorar, iba corriendo al baño, llenaba la bañera y me dejaba sumergir entera mientras disfrutaba del silencio.

Habían un sinfín de recursos que me salvaban del naufragio. Pero un día no pude más. Algo se rompió dentro de mí, no sabría explicar el qué, pero lo cierto es que ocurrió. Y nada volvió a ser lo mismo.

Nunca volví a ser la misma.

Me di cuenta de que no era yo quien podía salvarte, que no era la indicada. Que esa felicidad que sentía al tenerte, no era compartida. No sólo no me correspondías, no podrías llegar a hacerlo jamás. Supe, entonces, que en tu vida sólo podía llegar a ser un simple extra, un rumor lejano, la canción que nadie volvería a cantar.

Que todo por lo que había luchado, no había servido de nada.

Mi propia Troya ardió y cuando quedé sin esperanzas, quise hacerte el mismo daño que tú me habías hecho.  Pero qué equivocada estaba al prometer acabar con quien me había destrozado, pensando que eras tú, y al firmar el trato que me condenaría y con quien jamás debería haberlo hecho.

Me convertí en la víctima y el verdugo. Y ante eso, mi frágil estabilidad tembló: la ansiedad emergió como una sombra desde la oscuridad donde la había enterrado, mi corazón siempre enfermo se retorció y en mi pecho se clavaron mil minúsculas dagas, mi respiración tropezó y se volvió inconstante, un frío seco se instaló dentro de mí y caí rendida al suelo.

Tiempo después sabría que eran simples síntomas de mi enfermedad, pero en ese momento, creí saber qué era un trato cumplido. Creí morir. En ese momento, entendí que cada pérdida y cada mentira y cada verdad que me negué. Que cada excusa y cada despedida, fueron errores demasiado grandes y por los que tenía que pagar.

Y aún ahora, estoy convencida que algo de mí murió. Algo irrecuperable. Que se cumplió el trato y la víctima pagó el precio. Y el verdugo, el asesino, sufrió el mismo destino, pero pagó dos veces:

Viviendo sin vivir, muriendo sin poder morir.

sábado, 13 de octubre de 2012

Hole

Nada parece lo que era.
Tan patéticamente perdida
tan maltrecha,
en el sinsentido de mi vida.

Por no buscar no busco
pasiones ni alegrías,
y en soledad reduzco
en ti mis esperanzas enfermizas.

Ni a la segunda ni a la tercera,
encuentro paz en mis esquinas.
Y felicidad queda en espera.
Siempre ella tan efímera.

No importa cuán negruzcos
sean ahora tus días,
Ni cuán abrupto,
el adiós que me decías.

Ahora sólo queda,
la venganza que perseguías,
la que amarás hasta que mueras,
la que me arrebata tu estima.

Y en este rincón oscuro,
a falta de otra salida,
enmiendo tu vida de perjurios,
a cambio de la mía.

-El sacrificio es claro como el agua que posee la luna. El precio, alto, cual torre de Babel. La ansiada recompensa se vuelve incierta para ti. Pero para mí, amor, ni el sacrificio ni el precio importan, si a cambio, puedo salvarte.

-Soy más poderoso que ellos. Puedo vencerlos.

-Oh, claro que puedes, mi vida. No albergo duda. Eres tú al que temo.

-¿Temes que arrebate las vidas de aquellos que amas? No pienso hacerlo.

-Sí que lo harás. Lo harás si no cumplo el trato. Cielo, cuando quieras darte cuenta, el único culpable que quedará vivo serás tú. Y no pienso verte morir.

-No te amo, lo sabes.

-Lo sé.

viernes, 12 de octubre de 2012

The wake of devastation

Querido Eika:

Lo siento. Muchísimo. Lamento hacerte esto, pero es necesario. Por desgracia, sí, esta es una carta de amor, pero del bueno. Y, por suerte, es la última.

Esta es la última carta que te escribo, debo despedirme de ti. Esto es un adiós. Mi último adiós.

Por un instante- qué estúpido de mi parte- creí que me había enamorado de una ilusión, que te idealizaba, que me aferraba a ti como un bote salvavidas. Pero no es así. No me he enamorado de nada de eso. No quiero las antiguas promesas de amor, ni las visitas nocturnas, ni ese 'no me dejes nunca'.

No, no amo todo eso, te amo a ti. La sonrisa pequeña, de lado, pero sincera, que rara vez ofreces, el sonido de tu carcajada seca, el brillo distante e inmutable de tus ojos, el andar despreocupado y seguro, el matiz opaco de tu cabello grueso y fuerte, el timbre de tu voz que reconocería a kilómetros de distancia, las maldita pecas, tu torso delgado y torneado, el tacto de tus manos rugosas, el color y forma de tus labios extrañamente carnosos, tus brazos cálidos, tu extraño olor, almizcle y amaderado, pasivo, húmedo. 

Y tu piel. Dios mío, ¡cuánto quisiera no tener que hablar de ella! Pero es imposible. Me es imposible no recordar la rareza de tu piel de algodón, de color canela y aceituna, mate, indudablemente hermosa. Tan tóxica, casi incandescente. Tibia.

Podrías llegar a pensar que es superficial. Pero esa superficie, esa apariencia tuya, es todo lo que me queda, lo que me mantiene cuerda. Es la que me recuerda que eres real, que sigues cerca.

Y por eso mismo, debo confesarte que te temo. Te temo más que a nada.

Hasta siempre, Eika. 

martes, 9 de octubre de 2012

Rafael

Un, dos, tres. Empieza la música.

Miro hacia el centro, buscando tu mirada aún oculta en la oscuridad. Hoy todo va a cambiar, hoy serás tú la puta y yo el furibundo amante. Hoy serás tú quien mueras. Sin pensar, me adentro hacia el escenario, sola, sabiendo que aparecerás de la nada.

Y lo haces a la par de los violines, me sujetas por la espalda con la mano izquierda y con la derecha empujas suavemente mi abdomen para que me deje caer. Qué rápido es siempre. Con el corazón en un puño, ayudándome de tus hombros, vuelvo a reincorporarme y te enfrento mientras entrelazas tu mano con la mía y  ciñes firmemente la otra en mi cintura. Te miro, te enfrento y no me dejo amedrentar. Y marchamos hacia atrás.

Me giras, me agarras, me tumbas y yo te empujo, te guío y te aprieto. Das cuerda y seguidamente la estiras, y yo, sabiéndome capaz, clavo mis tacones al suelo y dejo que la cuerda me queme las manos. Estás más enfadado que nunca, lo sé, tus ojos parecen dos vórtices incendiarios.

Tiras la cuerda, con desazón, y te acercas y me tomas, escondes tu rostro en mi cuello.

-Eres irremediablemente mía.

Yo clavo mis ojos al techo, mientras volvemos a girar y entrecruzamos las piernas al compás.

-No puedes pedirme eso. No puedo darte tanto. No puedes hacerme esto.

-Yo sé que es lo que te conviene.- Susurras y me muerdes.

Vuelves a separarte, me haces girar sobre mi misma y mi espalda pegada a tu pecho. Tranquilamente, este podría ser un tango cualquiera. Eso sí, desde fuera. El gesto que nos delata es esa manía tuya de atarme a ti, de amarrarme a tu cuerpo. Por eso tus manos no sujetan mis muñecas sino mis codos.

-Te lo prohíbo.- te advierto, mirándote de reojo.

Tú me sueltas de golpe, retándome, clavándome los ojos, moviéndote como una pantera, rodeándome. Casi no respiro, soy incapaz de ello. Señor, dame fuerzas, rezo.

Me acechas, me rodeas más rápido y más cerca, casi hasta chocar con mis labios, soltando tu aliento sobre éstos. Me tomas de la nuca y ahora sí que no hay marcha atrás. Junto con el final del tango, me besas.

Y entre el sondeo de tu lengua húmeda y ardiente, entre tus afilados dientes inhumanos, entre compases extintos, sin querer me doy por perdedora. Así de simple, sin conflictos internos, sin demostraciones de valor.

-Acepto las condiciones, mi ángel, porque tú sabes mejor cuál tiene que ser mi castigo. Lo único que te pido es… que no sea más duro de lo que pueda soportar. Lo único que te pido, es que no me duela más.- Mi voz se quiebra, pero las lágrimas no fluyen- Porque da igual a quién rece, a dios o a demonio. Tú eres ambos, tu eres soberano rey de mi eternidad. Haz con ella lo que te plazca.

Y entonces, sólo entonces, me dejas caer de bruces al suelo. Y sé que soy la puta porque llevo corpiño, y que, como tal, no debo moverme.

Sólo esperar. Esperar a que él deje a las otras. Esperar a que vuelva. Esperar a que suene otro tango.


sábado, 29 de septiembre de 2012

Y el el jardín de mis delirios, jardines de delicias

Espérate, mujer,
no te vayas todavía.
Aún te quiero morder,
antes de que se acaben mis días.

No te me vayas, mujer,
que ya no eres tan joven,
la vida te quiere joder,
en manos de otros hombres.

¿Por qué tanto miedo?
Si no has salido de mi boca,
ni siquiera he dicho 'te quiero'
y aún te queda mucha ropa.

Ámame, señorita mejicana,
que aunque vea en tus ojos su nombre,
él no es el que está en tu cama
y no es dueño de esta noche.

Yo también quiero a otros,
uno por cada día entero,
así aunque tenga el corazón roto,
por el siguiente muero.

Pero hoy quiero encontrar
el jardín de las delicias,
devorarte hasta estallar
y soñar con que eres mía.

martes, 25 de septiembre de 2012

Elección

Lo recordaba, perfectamente, cada mísero detalle quedó marcado a fuego en mi mente de forma inconsciente. Esa conversación banal, riéndonos de la estúpida broma.

Quién nos iba a decir que fuera a ocurrir.

Y tú decías "Los mataré, ¡lo juro! Dame ocho años" Y yo amo el número ocho.

Y continuabas: "¿A quién salvarías?" Y consternada no sabía qué decir, no sabía qué arriesgaba. Suerte que aún estaba cuerda en ese entonces. Así que me guarde ese privilegio y tú no te negaste.

"Me salvaré a mí", pensé, "nadie me asegura que no vaya a matarme" Y, joder, en lo cierto estaba. Al instante me confesaste que no salvarías a nadie. Y pensé en ti. Te imaginé muriendo, cumpliendo firmemente tu palabra, por lo tanto, como era obvio, pensé en concederte mi privilegio porque dentro de ocho años yo estaría muy lejos. O eso creía.

Entonces me dije que era una estupidez, que era una posibilidad remota, que tú no lo harías. Y reí, aliviada, sin saber si por ti o por mí. Pero el nudo permanecía y yo creí que era la gripe.

Me olvidé, creo recordar, y pasaron los años e hice lo mismo contigo. Pero un buen día llamaste y no tuve duda alguna que eras tú cuando dijiste un seco "¿Quién?" ¿Qué te había pasado? ¿Dónde estaba el chico que conocí?

Casi quise llorar. Por las futuras víctimas, por tu mala fortuna. Por la mía.

Pero colgué y de repente estaba a tu lado y tú sostenías la llave de la destrucción. Y entonces supe que tendría que elegir.

Y dadas las circunstancias, o tú o yo.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Now it kisses my face and eats my head

Es curiosa la ira. Tremenda sensación, qué poderosa. Es literalmente como el fuego: sólo hace falta una ínfima chispa y un buen acelerante y devorará todo lo que encuentre a su paso, porque la ira no sigue éticas ni morales. Arrasa, quema, destroza sin inmutarse, es su naturaleza. Es el escorpión que mata a la tortuga aun sabiendo que es su única salvación, y mientras se ahoga, confusa, se pregunta porqué no siente remordimientos.

Y, por extraño que parezca, es comprensible. El escorpión no siente felicidad ni satisfacción con su crimen, pero tampoco siente dolor. Así es la ira, es el "no sentimiento", arde tanto que anula todo lo demás y sólo queda una salida: seguir quemando.

Es tan real, tan palpable, que aterra cuando te muerde con su veneno. Te paraliza y luego te contamina. Y es tan dulce al principio, tan grande es su poder que te sientes invencible. Te embriaga, hace de tus músculos puro acero, acelera las pulsaciones, convierte en lava líquida tu sangre y vela tus ojos con sedas rojas.

Cubre el dolor, la decepción, las lágrimas, la cordura. Susurra con voz ronca promesas deliciosas a cambio de un insignificante favor: "Sigue destrozando hasta que el cuerpo aguante". Y no comes, no duermes, sólo respiras su intoxicante perfume, el cual hace que te sientas más vivo que nunca.

...Y ya no hay marcha atrás. Ahora ella lo es todo.

"¡Que arda...", piensas, "que arda Troya!"

Y Troya arderá.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Liebestraum

Hace mucho tiempo,
quizá ya demasiado,
existió el joven más bello
que el mundo ha presenciado.

Su piel cual marfil,
sus ojos, infinitos
del color del ambar gris.
Y como nombre, Narciso.

Tan hermoso era,
que era imposible yacer con él,
que tanto varón como hembra
no tenían nada que hacer.

Y era cierto, más que eso,
él mismo prohibía contacto alguno.
Alegando que sus besos,
no eran merecidos por ninguno.

Pero, aunque todos lo sabían,
hubo una ninfa maldita,
que sin oír que se decía
le amó más que a su vida.

Así que, en una salida nocturna
Eco fue a encontrarlo,
pero él, desoyendo sus súplicas,
le dedicó palabras de desagrado.

¡No, fue más que un simple agravio!
¡La dejó muerta en vida y destrozada!
Mordió su lengua y también sus labios,
y sangró tanto que falleció ahogada.

Murió tanto y entre tanto dolor
que su cuerpo se desvaneció
Y aunque de ella quedo su voz,
él nunca se percató.

Pero Némesis, diosa de la venganza,
sufrió con ella su desazón
y montando en cólera por tal desgracia,
blandió sobre Narciso una malcición:

"Tú, mortal incauto y malvado,
deberás pagar por lo que has hecho,
y sin poder ser salvado,
verás tu reflejo y morirás por ello."

Y, simplemente, así sucedió
descubrió su reflejo en una fuente,
se enamoró perdidamente y se arrojó
y como Eco, ahogado, encontró muerte.

Donde pereció nació una flor,
en memoria del joven que nunca amó 
mas que lo que el reflejo del agua mostró.


-¡Aléjate, ninfa, yo no te amo!

-¡Te amo, te amo!

domingo, 2 de septiembre de 2012

Ball de mosques

El temps s'escapa i el fred ho tapa tot.
Tapa la distancia, l'absència i el dolor.

Però el temps gira i canvia,
la tempesta d'ahir, avui del vent amiga.

Quan torna la primavera, la boira,
que cobria tota aquella muntanya d'angoixa
es desfà, queda lliure impecablement,
encara gelada però latent.

El sol, regnant entre cometes,
retorna els monstres i els desperta.

La neu que els adormia,
desapareix i es fa pluja,
els mulla i els revifa:
porta felicitat, però no m'ajuda.

Les muntanyes esdevenen verdes,
tan de bo tornéssiu a ser blaves!
Tan de bo el temps tornés enrrere
i s'endugués aquest amor que em mata.

sábado, 25 de agosto de 2012

Mira't, mira'm, mira'ns

Necessari: http://www.youtube.com/watch?v=4rTcwQT9kyQ

«Hòstia, això és absurd.»

Jo estic allà, sentada en mig de classe, mirant-vos. Sou ridículs, amb perdó.

Et miro, asseguda al meu costat, somrient com una ximpleta; mossegant la punta del llapis que no has arribat a utilitzar mai en aquesta matèria, i sobre tot, mirant aquell noi de davant. Et rius per totes i cada una de les tonteries que fa. Tornes a sospirar i et poses vermella ara que et mira. Desvies la mirada.

«Collons, no acabarem mai.»

T'acaba de fer una gracieta i el professor us ha renyat. Com si això fos el millor que pogués fer. «Genial, -penso mentre el miro malament- ets imbècil.»

I, com he suposat, comencen les mirades còmplices, les rialletes per sota el nas. Ell et mira a cua d'ull, et pica l'ullet i tu no saps on amagar-te de la vergonya. Somrius tímidament.

Deu meu, ets preciosa i no puc deixar d'observar-te.

-Què passa?- em mires desconcertada, encara nerviosa per culpa seva.

Ell ens mira els llavis, puc sentir-l'ho intentant desxifrar què diem. Em ric per dins, sentint-me dolenta.

-Ets preciosa, ho saps? -et xiuxiuejo a cau d'orella- I ell un imbècil per no vindre fins aquí i dir-t'ho. Les miradetes em cansen, ja ho saps.

Tu et poses encara més histèrica i casi tires el llapis. Jo ric, encantada de sentir-te murmurar un "calla't" tan vergonyós. Ell torna a cridar la teva atenció, no sé molt bé com, tampoc m'interessa. Segueixo clavant els ulls als teus.

Em despisto un moment, fixant-me amb melancolia en el sostre pàl·lid, en la molesta llum dels fosforescents que il·luminen el vostre idil·li d'amor. Somric, no es pot dir que estigui trista i al baixar els ulls em trobo amb uns que em miren fixament. Es un noi que no conec i que senyala frenèticament amb el cap al tros d'imbècil i a tu i somriu de costat, divertit.

I no sé com collons s'ho fot, però acabo responent-li negant amb el cap, fingint resignació. I ell ho veu i em mira com si sabés algun detall que a mi s'em escapava.

Però, de fet, no m'importa. Ja el descobriré, pot ser me l'ensenyarà ell. Ja ho veure'm.

No hi ha pressa, això m'agrada. Ell es torna a girar cap endavant, però abans de fer-ho m'ensenya el palmell de la mà on hi és escrit el seu nom.

Sona el timbre i torno la mirada cap a tu, que encara estàs mirant embadalida com recull les coses. I en aquell segon em prometo que no em passarà el mateix, així que m'aixeco i m'acosto a la taula d'aquell noi d'ulls verds.

S'em queda mirant i em torna a fer l'efecte que sap més del que demostra, espanto aquests pensaments i em llanço.

- Hola, jo em dic Cèlia.


Va, assumim-ho, els dies bons gairebé som invencibles!

viernes, 17 de agosto de 2012

If I don't make it back

A veces, la muerte pasa tan cerca que no puede evitar pensar que ella también se irá. Aunque no pueda tragar muy bien su mortalidad, sabe que, más temprano que tarde, sucumbirá.

No se ha atrevido nunca a contar a sus amigos sobre su salud. No le gusta, no quiere ver sus reacciones. No  discute los últimos pronósticos, pero no quiere creerlos.

Sabe perfectamente qué le pasa, lo sabe desde los doce años, cuando empezaron los desmayos y la palidez en su piel. Hace ya años que no puede disfrutar del verano, de su deporte favorito: no debe cansarse.

Ha empezado a parecerle graciosa su enfermedad, es casi irónico que un desamor pueda literalmente matarla. Así que empieza a evitar implicarse demasiado con los demás, porque es lo que le han recomendado. Recuerda las palabras cargadas de cinismo de su médico:

"Podrían matarte, ¿Sabes? Aquellos que tanto amas podrían acabar contigo. Tú más que ellos, debes evitar las decepciones. Y eso implica, ciertamente, evitar en parte las ilusiones. Ellas también son peligrosas. No debes dejar que nada te altere. Jamás."

"No podré disfrutar del amor, de una verdadera amistad. No podré afrontar los problemas. ¿Es eso lo que me está diciendo?"

"...Supongo que sí."

Más de una vez ha llorado por ello, con rabia y se ha prometido a si misma no hacer caso. Pero entonces su madre la frena, su sufrimiento hace que sus pies toquen de nuevo el suelo. Se preocupa. Nunca llora delante de ella, siempre se muestra fuerte y confiada, por eso es su persona favorita.Y eso hace que le duela aún más estar enferma.

Su propia fragilidad la derrumba. Siente como si su existencia fuera un puro trámite, cuando mira el calendario sólo quiere que los días pasen rápido. Pero no lo hacen y pasa las horas tumbada en su cama como un simple cuerpo inerte...¿Cómo decía esa frase...?

"Como un simple cuerpo inerte, que sólo respira, pero no siente."


martes, 14 de agosto de 2012

What is dead may never die

No diré que no me duele, porque sería mentira. Pero ¿qué más da una mentira más? Ya me tienes acostrumbrada a ellas.

Vuestro fin se acerca
aquí viene, como una sombra.
Pudriendo los cimientos
de vuestros burdos castillos.

Usted, simple bastardo
con un padre de alta cuna
y como madre una simple ramera.
Niño con sangre sucia.

Apaleado y maltratado,
forjasteis vuestro corazón en tiñas.
Y sólo conseguisteis satisfaceros
escupiendo sobre otros rostros.

Vos, estúpida serpiente insensata,
lasciva e impaciente como pocas.
Dueña de pútridos abismos.
Maldito reptil cobarde.

Sí, coraje y honor es lo que os falta,
mas no astucia y ambición.
Engatusasteis a quien debíais.
Pero cometisteis un triste error:

Pensasteis que yo era vuestra,
que atada a una cuerda me teníais.
Pobre intento de hombre,
¡qué poco os faltó!

miércoles, 8 de agosto de 2012

Homeless

Es estúpido que te eche de menos. No, en serio, lo es.

Es como cuando vas a por comida, aun sabiendo que la nevera está vacía. O cuando quieres irte a casa, aunque la fiesta aun no ha acabado y no puedes largarte.

Es añorar por añorar. Por el simple gusto, sin plantearte la posibilidad de controlarse a uno mismo.

Y por eso es estúpido: porque es irracional. Y es jodidamente tentador tumbarte en la cama observando la oscuridad de la habitación y perderte en alguna ensoñación.

Donde apoyo mi frente sobre la tuya, me dejo maravillar tanto tiempo como quiero por tus ojos y puedo verte dormir en mi pecho y por fin encontramos paz.

Pero la canción acaba y ese pequeño paraíso junto a ella. Y vuelves a verte encerrada en esa misma habitación, en esa misma oscuridad.

En esos segundos, los justos en que vuelves a la realidad antes de buscar otra dosis, casi no te da tiempo a pensar en la tremenda gilipollez que estás haciendo.

Hasta que llega la sobredosis y no hay vuelta atrás. Llega el vacío, cuando la ensoñación, antes perfecta, pierde sentido. Cuando la realidad por fin muerde frenéticamente tu consciencia y tu edén marchita y muere.

Es en ese momento, en este, cuando inexplicablemente, vuelcas todo tu ser en un papel. Y aunque es poco lo que te queda, das incondicionalmente, como un viejo amante.

Lo realmente gracioso, es que siempre viene alguien y te dice que nunca podrás perder algo que jamás fue tuyo. Pero eso te la suda, porque lo sentiste como tuyo, como sientes ahora su pérdida.

Entonces llega la noche y te pierdes tú también, y eso está bien, porque a veces perderte es la mejor manera de encontrar aquello que buscas. Sí, sobretodo cuando sabes que lo que deseas encontrar no vendrá a buscarte por mucho que esperes sentada como el niño que pierde a su madre en las compras de navidad y, paciente, aguarda su llegada. Porque sabe que volverá.

No, en este caso has de buscarlo tú misma. Y debes ser valiente, y salir de la jaula. Aunque sea cómoda.

Me preguntaste una vez, porqué no temía a la muerte. Es fácil, te dije, la muerte es segura: todos tenemos un fin. Tarde o temprano, siempre nos acoge, es eso que llamamos inexorable. En cambio, la vida es dura, complicada e imprevisible. Por eso no le temo a la muerte, le temo a la vida, temo desperdiciarla. 

Y ahora que te has ido tan lejos, sólo puedo añorarte y rezar. Rezar por tu felicidad y por la mía.

lunes, 9 de julio de 2012

Los brazos de Morfeo

Lloraban, amargamente. Todas.

Una madre, desgarrando la voz, vociferaba su nombre postrada de rodillas en el suelo. Todas ellas, lamentándose, cogiéndose inútilmente de unas sábanas blancas y desiertas.

No había espacio para consuelos, se limitaban a sufrir su propio dolor, inmune al de las otras. Temblaban, maldecían, daban golpes, pero nadie corría en su ayuda. Las puertas estaban cerradas a cal y canto, igual que las ventanas, exceptuando una.

-¡Qué tragedia!- se oyó, de fondo, la voz de una mujer mayor.

-¡Qué horror!- replicó otra.

-¡Qué joven y qué bella!

Los lloros se intensificaron.

La madre, con ojos velados, intentó ver más allá de las sombras.

-Corred las cortinas, -masculló- no quiero que entre la luz.

Las dos mujeres hicieron lo debido y regresaron a su posición.

-Señora, lo lamento muchísimo.- un hombre, con aspecto apesadumbrado, se acercó a ella, tocándole ligeramente el hombro.

-Mi hija, Victor...mi vida...se fue...

Bajó su mentón y dejó que sus ojos hinchados se cerraran. Abrió los ojos con incredulidad, y se volvió a sumir en su desgracia.

-¡Mi hija!

Se tendió en el suelo, acurrucándose sobre si misma, tapándose la cara con ambas manos, sollozando.

-Señora, iré a buscar sus medicamentos, volveré enseguida. Por favor, no haga nada de lo que pueda arrepentirse.

Avanzó a paso presto hacía la puerta.

-Ya estoy muerta, Victor...aquí- bajó una de sus manos a su pecho- ya no me queda nada...- y lo volvió a subir, ocultado su rostro desencajado.

-¡Virgen santa!- Gritó una.

-¡Ay, señora!- Le siguió la otra.

Las dos mujeres corearon sus lamentos, afligidas, retirándose las lágrimas con pañuelos de seda azul.

-Enseguida vuelvo.

La puerta se cerró y los lamentos pararon, la habitación se sumió en un profundo silencio, aguardando, quizá, un extraña revelación.

-¿Qué debemos hacer ahora, señora? Preguntó una de ellas.

La mujer, tirada en el suelo, se retiró las manos de la cara y miró a la oscuridad frente a ella.

-El espectáculo debe continuar, Gloria, es lo que ella habría deseado.

Y es cierto, Eva, Evita, merecía una despedida por todo lo alto. Y ellas se encargarían de hacerlo: de hacer la mayor tragedia que el mundo hubiese visto.

martes, 26 de junio de 2012

Like thousands stars

-Y lo dije una vez, y lo repetiré mil veces: Es él, no hay duda, ¿Cómo podría otro ocupar su lugar? Pero no es mi ahora, ¿Cómo podrías retener tú, una luz que se desvanece constantemente?

-Pues anda hacia el Sur. ¡Corre pequeña niña estúpida!

-Elliot, no entiendes nada...

-La que no entiendes nada aquí eres tú. Descansa, tómatelo con calma.

-Pero acab-

-Nunca serás el gato Risón, cielo.

-¡No quiero ser el conejo blanco, Elliot!

-¿Qué haces?

-Irme.

-Quédate.

-Pero y-

-Cobarde.

viernes, 22 de junio de 2012

One day soon

Me senté agotada en ese vagón vacío,
en un asiento de mala muerte
con curiosas y deshilachadas costuras,
de cuero roto y sucio,
marrón rojizo y polvoriento.

Ladeé la cabeza levemente,
mientras el tren se ponía en marcha:
mi alrededor tembló,
chirriaron las ruedas a lo lejos,
el cristal zumbó y partimos.

No sabría decir qué hora era,
el sol reinaba, ahí encima,
esplendoroso, pero tan lejano que dolía.
No sabría decir si era invierno o verano:
mi bosque, mi hogar, lo nublaba todo.

Pero esos los árboles desaparecieron,
y el verde frondoso detrás de la ventana son ellos.
Y sólo quedó mar. Inmeso.
El tren seguía su línea,
bifucando ese cielo acuoso.

La libertad, la perfección de ese momento,
como parte de mi, se fundió en mi mente.
La ausencia momentania de dolor,
era droga disuelta en ese mar.
Quedé rendida a sus encantos.

Entre divagaciones, pensé que ese podría ser mi horgar,
un sitio dulce, ameno y apacible,
donde hallar paz hasta que mi tiempo se agotase.
Me maravillé un vez más,
"Ay mi amor..."

Con nostalgia, empañé el cristal que me separaba de ese paraíso,
Lloré en silencio, aunque nadie podía oírme,
agonicé la pérdida de ese trayecto aún sin finalizar,
me acurruqué aun más en mi asiento.
¿Cómo podría disfrutar de algo que acabaría?

Sonreí, al final, sabiéndome infantil,
"no hay nada más hermoso que algo perecedero" me dije,
recorrí con la mirada un vagón que me sabía de memoria,
y aun sabiendo que esa felicidad no sería eterna,
aún faltaban muchas paradas para llegar a la mía.

jueves, 31 de mayo de 2012

C'est la vie

Porque, ¿qué es sino una droga más?
Que se ha llevado algunos,
y que consume a tantos otros.

¿Qué es sino el mayor desastre?
Pretexto de tantas guerras,
de tantas muertes, de tantos olvidos.

¿Qué es sino el perfecto aliciente del crimen?
Ese hermoso collar que reposa en su pecho,
tan brillante, tan ostentoso.

¿Qué es sino un masticable horror?
El mejor de sus encantos,
la peor de sus mentiras.

Pero, ¿qué es sino la vida misma?
El mismo veneno que arrebata,
que quema, que ahoga y da aliento.

Y vives entre versos,
y entre versos encuentras muerte.

¿Quién sino yo?
¿Cuándo sino ahora?
¿Cuánto sino todo?
¿Porqué...?

¿Y porqué no?


lunes, 28 de mayo de 2012

Mujer amante

Y como la señora Greta,
sin mentir, engatusarte.
Sin hablar, sin rozarte,
amarrarte a mi.

Sólo con verme respirar,
fumar un cigarrillo,
sonreír de lado,
hacerme imprescindible.

Que la necesidad,
-aunque tan sólo una ilusión-
te lleve a un suicidio
lleno de rosas, fresas y champán.

Así, algo tan banal como mi pelo,
mis ojos, mis defectos,
sean virtudes que tus ojos desnudos,
nunca se atrevieron a vislumbrar.

Cuando te ciegue con mi colección,
y desees, aunque inconscientemente,
pertenecer a ella,
tu nombre, amor, coronará una puerta.

Y la despedida, aunque trágica para ti,
también se verá envuelta entre pétalos,
quizá más amargos, o más dulces,
que aquellos aun vivos en los rosales.

Las lunas llegarán y partirá mi belleza,
y la oscuridad, como una daga,
hará mella en mi hogar,
rojo y negro.

La fortaleza de antaño,
se convertirá en un leve recuerdo.
Pero la soberbia, imperecedera,
será vida tras mi piel apergaminada.

Como último verso, la muerte,
terrible y majestuosa,
y aunque no la mía,
por seguro la tuya, amada.


Para Nikkita.

jueves, 24 de mayo de 2012

...i cinc

Dear Emma,

Those two words, ‘Dear Emma’ take me away to another time when we used to write to each other after mom and dad died. I used to tell you about my new friends and my new life. And you used to tell me about the grand time my mom and dad were having in heaven. Truth is nothing. What you believe to be true is everything. And the main thing that I used to believe was that I would be with you forever. Forever. The reason it is taking me so long to write you is that I have seen that I have been a fool. I have spent my life fooling myself. Every letter I’ve ever written to you has been a love letter. How could they have been anything else? I can see now that all of them, except this one, were bad love letters. Bad love letters beg for love back. Good love letters ask for nothing. This, I’m pleased to announce, is my first good love letter to you. Because there is nothing more for you to do. You’ve already done everything. I have enough of you in my head to last forever. So please don’t ever worry about me. I’m peachy! I really am. I have everything. If I had one wish, it would be that your life brings you a taste of happiness that you have brought to me.That you could feel what it’s like to love.

Your friend forever,

Will

— Waiting For Forever

jueves, 3 de mayo de 2012

φ

Tendría apenas siete años cuando de pié, delante de esa puerta, la oscuridad parecía engullirme. Sí, rondaría los siete cuando ese miedo irracional, se volvería parte de mi día a día.

Era pasada la media noche y la casa estaba más vacía que nunca. Sollozaba acurrucada en mi cama, había tenido una pesadilla y me encontraba aterrorizada. Mi cabeza iba a cien por hora, intentando no mirar las sombras de los arboles, ni prestar atención a los ruidos en el pasillo.

Tardé más de media hora en pisar el suelo. Terriblemente asustada por los monstruos que podían habitar bajo mi cama, coloqué primero uno, con cautela y rápidamente puse el otro para alejarme de las posibles garras.

Oía el aleteo de mi corazón martilleando mis tímpanos, notaba cómo el aire bajaba por mi garganta como una lija y el frío agradable del suelo bajo mis pies descalzos. Recuerdo que pensé, con los ojos muy abiertos para intentar vislumbrar algún movimiento extraño, que si salía algún monstruo intentaría hablar con él.

"Los monstruos son como las personas: no tienen porqué ser malos, a veces, sólo quieren que les escuchen." Me convencí.

Me encaminé hasta la puerta, aún mirando de reojo y salí al pasillo. Empalidecí cuando me pregunté si los nuevos monstruos serían igual que los de mi habitación. Ellos nunca me habían hecho nada, ¿Tendrían estos la misma consideración? Respiré hondo y pasé a toda prisa, sin respirar.

"Haku salva así a Chihiro. Debe funcionar."


Tomé una gran bocanada de aire cuando llegué a su puerta, apoyé sin querer una mano en el espejo, aquél que había pintado años atrás mi madre y que sigue pareciéndome hermoso. Fijé mis ojos es la puerta de madera, indecisa. Miré mis manos, casi calculando si serían lo bastante fuertes como para despertarla. Tragué con apuro y llamé.

¿Cuántas? ¿Tres, cinco? Tal vez ocho...

Aclaré mi garganta con rapidez, incómoda de repente por la creciente lobreguez que me rodeaba. Gimoteé.

-¿Celia?

Esperé, apoyando la oreja contra la puerta, rezando por escuchar algo. Nada. Insistí, alzando un poco más la voz, pero el resultado fue el mismo. Me dejé escurrir hasta el suelo, recogiéndome sobre mi misma y rompí en llanto, cada vez más asustada y perdida.

-Celia, por favor...no molestaré.

Volví a llorar con más fuerza, esperando que me oyera. No podía entender porqué me hacía eso, no comprendía cómo podía dejarme abandonada de esa manera.

"No es justo."


Y monté en cólera.

Me levanté de un salto, olvidando con envidiable rapidez mis miedos. Aporreé la puerta con todas mis fuerzas, chillando su nombre, maldiciéndola. Quise destrozar su puerta, romper ese maravilloso espejo: pero no pude, no era ella. Así que grite hasta que me ardió la garganta y volví a caer al suelo, exhausta, dejando reposar la cabeza contra el marco. Cerré los ojos.

-...Perdón.

La puerta se abrió de par en par, con un estruendo brusco, mi frente rebotó contra el suelo e intenté apartarme tan rápido como mi manos, resbalando por el sudor, me permitieron, aterrorizada.

Ella estaba allí, apenas una sombra alta y delgada, con el pelo suelto, oscuro como el océano. Su piel, nívea de por sí, parecía más pálida que nunca por la luz lunar; los rasgos, finos, tallados a mármol, tensos como el acero.

Y sus ojos...pude perderme en ellos irrevocablemente, tan densos, opacos, carentes de expresión. Dos ópalos perdidos en un mar lúgubre lleno de desprecio, ira e indiferencia, brillaban nítidos bajo la sobra de sus largas pestañas. No pude sino echarme a temblar.

-Celia yo n-

-Fuera.

Su voz, a priori irreconocible para mi, flotó durante un instante en el aire, antojándoseme un golpe seco en la quijada. Me quedé allí, paralizada, sólo pudiendo mirarla fijamente. Aspiré un poco de aire frío, tomando fuerzas para volver a suplicar. Bajé la mirada hasta sus pies descalzos.

No me dio tiempo a reaccionar: soltó la frase que lo cambiaría todo y desapareció.

Permanecí inmóvil, siendo apenas consciente del frío que empezaba a hacerme tiritar. Mi corazón latió más lento que nunca y creí fundirme con ese último latido.

Amparada por monstruos me desvanecí.

"-Me das asco."

domingo, 22 de abril de 2012

The sigh

En un segundo, dentro de mi mente, sólo existía esa canción. La gente a mi alrededor, las manos alzadas, los gritos de júbilo, la ensordecedora música: todo perdió sentido.

Me desaté de mi misma, me perdí entre compases. Cerré los ojos y me abandoné. Caí y me fui. Sólo durante unos segundos, me rendí ante el piano. Exhalé toda duda, inhalé mientras abría los ojos.

Y ya no hubo más oscuridad, quedé suspendida en esa realidad en negativo. Paré de saltar y contemplé con fascinación aquella multitud de palmas abiertas, luchando por llegar más alto. Fue hermoso. Sonreí sola y bajé mi mano, brindándoles la oportunidad a otros de rozar el clímax.

Bajé mi mano y reí, embelesada por aquella pequeña muestra de felicidad espontánea.

Las notas se perdieron y yo con ellas.

miércoles, 18 de abril de 2012

Family portrait

No hay nada mejor, cielo,
que tener el poder en tus manos:
ser dueño de algo,
atar a tu alrededor
la cuerda invisible del engaño.

Te contaré, sin vergüenza alguna
cómo podría romper una familia entera
cómo, sin tener que chasquear los dedos,
la magia de una simple palabra,
dejaría una habitación a oscuras.

Este juego, verás, es un poco peculiar,
nadie ha impuesto las reglas,
tampoco va por turnos,
ni siquiera existe 'el método'
pero, en mi familia, todos sabemos cómo jugar.

Me explico, amor, por si aún quedan dudas:
todos deben poseer algo que los demás ansían.
Algo, que si se viera a la luz del día,
partiría más que un simple corazón.

No pueden haber amigos ni cómplices,
porque, tesoro, la más mínima ventaja,
hará de tu vida tu peor pesadilla.

Así que escoge a quien quieres proteger,
dale un beso en la frente y despídete
ámalo con desazón, desde lejos,
y reza por ganar y volverlo a ver.

jueves, 12 de abril de 2012

Chao a la puta bohemia

[AVISO: No leer esta entrada, sin escuchar: http://www.youtube.com/watch?v=dYrLM9fe3XE&feature=fvst]

Por si te acuerdas de mí
te he apuntado en una barra de hielo
mi dirección y mis mejores deseos:
Que te follen. 

¡Por dios: Que te follen!

Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen.  Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. Que te follen. 

Y por encima de todo: elegancia y sutileza.

miércoles, 11 de abril de 2012

Redrum

Fue como el perfecto "Despierta, imbécil"


Sí, me explico. Es como cuando caes al suelo después de un largo tiempo: humillante, doloroso y desconcertante. O tal vez se parece más a la risa estruendosa de aquél que te mira desde arriba.

Pero ese no es el caso. El caso es que has caído y todos han visto como lo hacías.

Y todos te miran de esa manera que hace que tus mejillas se sonrojen, que tus ojos se pongan brillantes y te muerdas los labios hasta que sangren; mientras no paras de repetirte lo estúpida que eres. Entonces una bola de vergüenza y resentimiento llena tu boca, que sabe amargo y salado.

El dolor (provocado por la herida) pasa a un segundo plano, ahora intentas patéticamente que las lagrimas no resbalen por tus mejillas. Tratas de recuperar tu orgullo inútilmente.

La cosa se complica cuando las antes desapercibidas heridas físicas empieza a sangrar, mostrando una vez más tus debilidades. Tú luchas, pero las sonrisas bajo la nariz de los que te rodean parecen escocer más que la sal.

Supongo que así es como llegas al momento en que los roles cambian: la rabia llega a puntos fuera de tu comprensión, y la risa histérica que habías guardado resuena en el aire, haciéndose eco, acallando las demás. Te martirizas, te ríes cruelmente de ti hasta tal extremo que te suele es estómago y tu cerebro pugna por no vomitar. Así que levantas la cabeza, y en esos segundo borrosos, con inimaginable facilidad, rompes el espejo.

De repente, el silencio reina, notas tu pulso estallar en tu cabeza y tu respiración agitada acompasarse. Cierras los ojos, con más calma.

Te giras aliviada hacia su lado, y lo ves sonreír con esa "casi alegría" tan suya, que siempre pintan sus comisuras. Y ya sabes lo que hará: chasqueará la lengua fingiendo estar molesto por la interrupción de su cómodo sueño, se acercará un poco más a ti intentando que no se note, para que pienses que eres tú la que buscará el abrazo. Te susurrará que duermas, seguramente acompañado de algún insulto afectuoso.

Pero no está. Él no está. Una nota aguarda impaciente entre las sabanas y la abres, desolada. El rezo es simple a la par que desdeñoso:

Hartáronme





"Para que todos sepan:
lo que siembran, cosechan.

Darás lo que has quitado,
al recibir lo dado."


domingo, 1 de abril de 2012

21:12

No he vist mort més trista,
que la de l'esperança d'aquell cavaller tant fort.

Mai vaig creure possible
que aquella platja tant a la vora,
pogués fer-se amiga d'aquella lluita
que més d'un tros de mi s'ha endut.

I al final, ara que les hores se'm escapen,
vaig trobar la veu per a dir
allò que un dia vaig creure mort:

"Amics meus, no feu pas de la meva mort un desconsol,
quedeu-se amb el meu record més fort,
penseu de tant en tant en mi,
amb la noia que va existir un dia.

Recordeu aquella noia,
que no plorava i sempre reia.
Recordeu la noia que us va estimar,
més encara que a ella mateixa."

jueves, 22 de marzo de 2012

Lullaby for Cain

El nudo en la garganta me impedía respirar. La cuerda atada a mi muñeca quemaba mientras intentaba desesperadamente sujetarme a algo para no ceder.

Tú estudiabas mi estado desde el otro lado de la cuerda, tirando lánguida y perezosamente, sin esfuerzo. Por las noches parabas: dejabas la cuerda en el suelo y te acercabas hasta mi, dejando que llorara hasta quedar dormida en tu regazo, mientras tú susurrabas algo parecido a "No llores, amor. Duerme."

Así que tirabas, tirabas...tirabas, hasta que dejé de ser. Sentí como algo de mi se iba, rompía los lazos y  volaba lejos de mi, siguiendo la cuerda hasta encontrarte. La otra parte quedaba, reposando en el suelo de alquitrán. Y gritaba y arañaba y gritaba tu nombre una y mil veces.

"¡No soy yo, a quien te llevas! ¡¿No lo ves?!"

De repente, el mundo perdió su consistencia y me desvanecí entre la negrura.

Al despertar, a lo lejos, vuestras -¿nuestras?- figuras se alejaban. Y yo -¿yo?- permanecía allí, acurrucada contra un césped rígido.

Pero el tiempo pasaba , y sólo mi alrededor tomaba forma. No había más que abismos, cielos color naranja y desolación. La carretera no era más que una pasarela tendida por encima de esos abismos: parecía una autopista cualquiera, pero era una pasarela.

Lo demás, los descampados, las montañas a lo lejos, eran abismos. Y me abandoné a ellos.



martes, 20 de marzo de 2012

Magnolias

La vida no era justa. Escupiste en el suelo, harto de pensar. No, la vida era cualquier cosa menos justa.

La calles se hacían más borrosas, la urbe temblaba con tu ira: las paredes mojadas de algo que parecía lluvia, las luces parpadeantes a lo lejos. Todo parecía gritar dentro de tu cabeza.

Dejaste atrás los bares de mala muerte tan cerca de casa, esos bares que se habían convertido en algo más que un simple pasatiempo. Y el diablo crecía.

Crecía tanto que parecía no haber vuelta atrás, tragaba lo bueno que quedaba de ti, dejando vacíos insondables y ardientes.

La puerta de madera que separaba la fría noche de mi hogar te pareció más liviana que nunca, así que ni siquiera parpadeaste cuando se estrelló contra la pared.

Ella te miró, entre cansada y desesperada y no pudiste aplacar el odio que sentías al verla. Te acercaste en un suspiro y la cogiste del pelo.

No gritó, como siempre, ni luchó: se dejó hacer. Y el diablo mordía fuerte en tus entrañas, insatisfecho. Quizá ya era demasiado tarde, ella también te había dejado solo.

La soltaste de golpe, viendo como inmóvil en el suelo, alcanzaba a sonreírte. Las náuseas bloquearon tus pensamientos y corriste al último lugar que podía devolverte la cordura.

La habitación, ya de por si pequeña, te pareció asfixiante a los pocos segundos. Arropaste a tu hija entre tus brazos, y te dejaste resbalar contra la pared.

La niña lloraba mientras tú la apretabas contra tu pecho. Sus alaridos casi parecían calmar ese dolor venenoso. Pero ella calló también.

Así que cuando cuando lo notaste, algo por fin murió dentro de tu mente: lo que te unía a esta realidad, la única luz que sobrevivía entre tanta oscuridad se extinguió.

Y volviste a ser un niño de nueve años cobijado por monstruos.


"Los hombres rara vez tienen el valor suficiente para ser o extremadamente buenos o extremadamente malos."

Niccolò Machiavelli-


jueves, 15 de marzo de 2012

1962

Cuando todo empezó a dar vueltas, supe que era el fin. No había marcha atrás, lo que quedaba de mí resbalaba por mi garganta, anulándome. Me convertí en algo que no era, condenada a verme a mi misma a través de un cristal, observándome actuar mecánicamente, a la perfección.

Los días eran una pesadilla, seguía viviendo esa realidad atroz a mi alrededor, desatándome de la vida, de mi mundo, dejando que pasara el tiempo sin inmutarme. La verdad se confundía con mis sueños mientras la luz se convertía en un triste reflejo.

La vorágine de sombras me aturdía, el terror se volvió la única manera de evadirme. La soledad me parecía eterna cuando notaba cómo ella sonreía.

Pero llegaste y el aire que trajiste contigo calmó esas voces. Invadiendo mi esencia, fundiéndote entre las dos mitades de un todo. Enamorándote de ella y no de mi. Recordando su voz, pero desconociendo la mía.

Así que cuando viste el pánico que tenía a la oscuridad, cómo dormía acurrucada contra la pared o cómo se aceleraba mi pulso en ese pequeño ascensor, tus esquemas se rompieron y lo que nos unía con ellos.

La máscara cayó y no encontraste nada por lo que mereciera la pena luchar.

Lamento no poder ser ella. Lamento que la mentira sea lo mejor de mi verdad.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Fins sempre

El lloc d'on vinc,
no està a prop ni lluny
allà pocs cops hi brilla el sol
encara que tampoc hi ha núvols.

El lloc d'on vinc,
els estius no son calorosos
però els hiverns tampoc son freds.

La gent no surt pels carrers,
no s'hi veuen nens corrent,
tampoc es sent la remor d'un riu
i les muntanyes pocs cops son verdes.

Allà els ocells no canten, saps?
Sempre he pensat que tenen una promesa
per no interrompre aquell silenci.

Hi han poques cases i totes son velles,
els carrerons son estrets,
però no recordo haver sentit por.

Quan es de nit a vegades,
hi bufa un vent suau,
però tampoc recordo haver sentit el murmuri dels arbres.

I quan arriba la primavera,
els prats que ho pinten tot
no se'ls hi veu cap flor,
semblen estar esperant a èpoques millors.

Al lloc d'on vinc,
les estrelles mai hi brillen,
però, cada nit de sant Llorenç
es senten rialles des de molt amunt.

Tu, sorprès,
em vas dir m'entres m'agafaves la mà:
-I com es que te'l estimes tant?

Jo vaig somriure a aquelles rialles
que ara viatjaven per altres indrets com el meu,
i sense mirar-te et vaig dir:
-Es el lloc d'on vinc.




lunes, 5 de marzo de 2012

Take a sad song and make it better

Entendí la felicidad una noche de invierno por la calle. Fue repentino: sin avisar, me encontré riendo por nada y a ellos riendo conmigo. Cada uno con su propia melodía. Y yo no pude encontrar un sonido más perfecto. Nos miramos todos un segundo, sin aliento y con las mejillas sonrojadas, con los ojos brillantes y con una sonrisa aun plasmada en el rostro.

Y en ese segundo, el mundo me pareció mas sencillo que nunca: la brisa revolviendo mi pelo, la noche tan brillante por esa calle extranjera, el peso de mi corazón; que latía con fuerza, casi chillándome que no podría olvidar nunca ese momento.

Sí, entendí que la felicidad es ese instante en el que te preguntas quién querrías ser o dónde desearías estar, y te encuentras sonriendo al pensar que no cambiarías la más mínima cosa.

Ahora, que me quedo sin palabras, sólo puedo deciros gracias, probablemente el más sincero que he dicho jamás. Gracias por ser tan vuestros, por compartir este pedacito de mi vida, por ser tan maravillosos. Por hacerme tan feliz.

No sé si será por ese canon, o por la despedida silenciosa que nos otorgo pero, si pudiera dar un paso atrás en mi vida, volvería a ese momento: sólo para mantenerme callada, escuchando, para que mi risa no empañara la vuestra. Para oír la vida en estado puro.

Así que no os vayáis aún, por favor, quedaros un poco más, esperad. Dadme un poco más de vosotros, dejadme quereros aún más.

En la vida no hay sólo amor, a veces queda eclipsado por esa felicidad.

A veces, en la vida, no hay sólo amor, y sin embargo, queremos.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Goodbye moon

El último día, será un día normal y corriente. Me levantaré, con ese presentimiento atado a mi garganta, me vestiré, cogeré las llaves y andaré hasta tu casa.

Seguramente, frente a tu puerta, dudaré unos instantes; pero finalmente llamaré. Tú tardarás los quince segundos reglamentarios, y abrirás la puerta, con la sorpresa en el rostro, al verme después de tanto tiempo. Así que, con la patética voz que tendré en ese momento, te diré que me debes un paseo, y que he venido a buscarlo.

Tú, con desconcierto, cogerás el primer abrigo que encuentres, -porque en otoño las mañanas empiezan a ser frías y tú lo odias. Cerrarás la puerta y te pondrás las llaves en el bolsillo derecho. Y empezaremos a andar.

Pasarán más de veinte minutos antes de que me atreva a decir algo, y lo primero que diré, será algo así como: "Lo siento." Tú me darás una media sonrisa cansada y señalarás con la cabeza un banco cercano.

Nos sentaremos cerca, y me pasarás un brazo por encima mientras yo intentaré encenderme un cigarro que acabarás encendiendo tú, como siempre.

Después vendrán los llantos, los abrazos, alguna que otra risa y la despedida.

Pero, definitivamente, sé que recordaré con más afecto esa media hora de silencio, en la que, aunque fuera sólo en mi imaginación, tú fuiste para mi y yo para ti.

lunes, 27 de febrero de 2012

Dos segons.

Pots, encara que sigui un segon: pots deixar el que estàs fent i mirar-me? Només a mi, un moment. Fes-me existir a la teva vida per un instant.

Em trobo en aquest estrany punt de no retorn, on m'han dut els teus ulls tan verds.

Així que salva'm, d'aquest hivern tan fred, d'aquesta negror que em consumeix i no em deixa respirar. Deixa'm veure com em mires, deixa'm veure la perfecció. I somriu-li a algú altre, que jo ja estaré contenta.

Total, què sóc si no una estranya, per tu? D'aquestes que s'obliden. D'aquestes que el pas del temps les borra. Però tu no, oi? Tu ets d'aquells que es marquen a foc, davall la pell. Ets allò que no se'n va mai, allò que tan de bo pogués oblidar en un tancar i obrir d'ulls.

M'entens ara, entens que no pugui treure't els ulls de sobre? Que et trobi a faltar quan no hi ets? Que no me'n pugui estar de buscar-te a tot hora?

I ara, que tot ha acabat, o que potser mai ha començat, t'haig de dir adéu, per sempre.

Però avui no. Avui vull, simplement, romandre on sóc i deixar-me endur.


Per la meva boja d'ulls tristos.





miércoles, 22 de febrero de 2012

Catorce

"Sólo hacen falta segundos,
para perder, un juicio que no tenías.
Para convertirse en un monstruo,
no hacen falta presentaciones."

Eres un vacío.
O no.
Eres la nada que no eché
ni echaré de menos.
Eres un recuerdo,
olvidado por tantos...
momentos.

Eres un pasado
que ni siquiera es mío.
Eres la imaginación,
tan perturbadora,
de una niña de
-¿cuántos?-
Ocho años.

La sangre, que fluye
y que fantaseaba,
perdida,
entre calles de Madrid.
No es tuya.
No existe.

Los rasgos, atados,
no son mis ojos.
Ni mi mente,
ni mi razón.
Son partículas
invisibles a tus ojos olvidados.

Papá no existe.
Sólo tu rabia marcada en mi cara.
Un cicatriz que no duele.
Ni dolió.
Papá no existe,
ni existió.

No añoro nada.
Y no me asusta.
No significas nada,
sólo eres una cicatriz.

Hay, papá,
muchas formas de morir.
En tu caso,
y en el mío,
hemos muerto para el otro.

Pero, si algún día,
los temores de una niña de
-¿cuántos?-
ocho años
se cumplen,
no será tu monstruosidad
la que opacará mi mundo.

Será la mía, papá.
Más oscura,
y menos perceptible
que la única señal
que dejaste de tu existencia.

martes, 21 de febrero de 2012

#1

Me quedé mirando fijamente por la ventana, fascinada por el color del atardecer entre las montañas. El único remanso de paz que quedaba cerca de mi y de esa habitación que me ahogaba. Suspiré y crucé mis manos sobre mi regazo, repentinamente avergonzada por mi osadía; abochornada por el cúmulo de sensaciones que se reflejaron en el rojo de mis mejillas.

El llamado detrás de la puerta interrumpió de golpe mis cavilaciones, despertándome de mi dulce descanso. La puerta se entreabrió, descubriendo a una pequeña mujer de rostro pálido.

-Señorita, su padre la llama.

Cerré un instante los ojos, para después volver a mirar por la ventana. Como suponía, el sol había caído ya, y con él, todas mis ilusiones.

-Dígale que iré en un segundo- contesté, sorprendida de lo extraña que sonaba mi voz.

"Eso es de usarla tan poco, princesa" Susurraste una noche, a penas rozándome la mano.

La mujer se retiró con prisas y cerró la puerta silenciosamente. Tardé casi cinco minutos en levantarme y recorrer el espacio que separaba mi habitación de su estudio. Cuando llegué frente a la puerta, me aterró el hecho de no haber notado el repiqueteo de mi corazón nervioso.

-Pasa.- contestó a mi ligero toque de nudillos.

Me adentré en ese extraño cuarto. Lleno de papeles, muebles de madera, estanterías llenas de libros que mi padre no había tomado si quiera la molestia de cuidar, y en el centro la imponente mesa dónde la silueta de mi padre apoyaba los codos con gesto calculador.

-¿Puedo preguntar el porqué de su llamado?- mi voz permanecía monocorde, casi despreocupada.

-Quería preguntarte si sabias algo de la hija de nuestros vecinos, esa chica tan encantadora con la que solías ir a montar a caballo.

-No, hace días que no sé de ella. ¿Ha pasado algo malo?

Él hizo lo imposible para no sonreír.

-Ha desaparecido. Justo antes de su boda.

Yo ni siquiera me molesté en hacerlo.

-Vaya, qué desgracia. ¿Cómo están sus padres?- respondí con un hilo de voz.

-Furiosos.

La habitación permaneció en un absoluto silencio mientras él empezaba a fumar. Habiendo hecho un par de largas caladas, me miró insondablemente.

-Te irás.

-Supuse que lo sabía.

El miró por la única ventana que no estaba tapada por las pesadas cortinas azules, ausente.

-No piensa detenerme.-En ese momento lo vi claro, esa sería nuestra última conversación. Abandonaría esa casa. Esa misma noche. Para no volver.

-No. Tu madre me dio otra hija. A tu prometido no le importará el nombre mientras tenga el mismo apellido, y a mi tampoco.-El cigarro se consumió en el cenicero, dejando un horrible olor en el estudio- Quizá no fui el mejor padre.

-Ni yo la mejor hija.

Nos miramos largamente, sin estudiarnos, sólo mirando el reflejo del otro. El descansó su mano en el reposabrazos de su inmenso sillón.

-Tendrás prisa- me dijo.

Retrocedí dándole le espalda hasta la puerta, sin mirarlo.

-Adiós padre.

Y salí para siempre de esa casa. De sus recuerdos. Y nunca volví a saber nada de ellos, ni ellos de mi.

viernes, 17 de febrero de 2012

Crash, crash

En tu mundo, en tu habitación, en tu oscuridad. ¿Dejarás que muera sin ti o me llevarás hasta tu sillón?

Todo empezó a dar vueltas, al mismo tiempo que fijaste con una exactitud inhumana tus ojos en los míos, haciéndote dueño de todo lo que podía considerar mío. Te acercaste, serpenteando, sonriendo. Y yo sólo podía pensar que era tu presa.

Alzaste la mano en un pestañeo, cogiéndome la nuca, arrastrándome hasta escasos centímetros de tu pecho, pero sin tocarte. Nunca podía tocarte.

En tu cama, sobre tus sábanas, bajo tu cuerpo. ¿Me permitirás tocarte o quemaré sola?


Fue en un segundo, mientras miraba la pared perdida entre tus brazos, cuando besaste mi quijada como nunca, nunca lo habías hecho; podías morderme, abrazarme, hacer todo lo que quisieras con este cuerpo que siempre fue tuyo, pero nunca me habías besado. Después me mordiste con fiereza, recordándome dónde estaba.

Pero fue un antes y un después, una fina brecha a todo lo que acontecería. Pero entonces no lo sabíamos.

Dentro de mi sueño, bajo mi cuerpo, sobre mi cama. ¿Querrás besarme o dejarás que te muerda?




/Esto es sólo la adaptación de un sueño de dos minutos./


miércoles, 15 de febrero de 2012

When you found me

Creo que hay cinco pares de ojos que me fascinan, que sin ellos a penas podría soportar la monotonía de esos días que aborrezco.

Los primeros los conozco desde que tengo memoria. Verdes, claros, brillantes y hermosos. Llenos de vida, de frescura, de fuerza, de ternura. Tan mágicos y de seguridad que podrían cambiar el mundo en un sólo segundo. Son los ojos que salvaron mi vida más veces de las que me atrevo a mencionar, los que se marcaron a fuego en mi mente la primera vez que me abrazó. Son los ojos que nadie podría entender tanto como yo, los que añoro día a día sin ellos a mi lado.

Los segundos son de la persona más tormentosa de mi vida. Son castaños, oscuros, pícaros y cremosos. Esa maravillosa persona que he tenido la suerte de conocer y que ha cambiado mi existencia en un chasquido de dedos. Ese par de pozos marrones me han dado de los mejores momentos de mi vida. Expresivos, ardientes, como ella. El todo o la nada, siempre tan drástica y melosa. ¿Qué más puedo decir de estos ojos? Si se han vuelto una parte imprescindible de mi.

Los terceros son los ojos más curiosos y más inquietos que he llegado a conocer jamás. De color miel, dulces, caóticos, transparentes. Son de la personificación de un huracán. Como si eso no fuera suficiente, acompañan a la persona más inestable, rozando la locura, que puedes encontrarte suelta. Tan corrientes y a la vez tan complejos, tan cercanos y lejanos, que no puedes evitar pensar que algún día dejarás de verlos para siempre. No puedo decir nada más de ellos, son simplemente, únicos para mi.

Los cuartos, son simplemente un remanso de paz. La que me hace falta cuando abro los ojos al despertar. Son, como dije desde el primer día que los vi, dos charcos de tierra húmeda. Como un bosque infinito donde no me importaría perderme años enteros. Confidentes, audaces, comprensivos, tranquilos. La persona que posee estos encantadores ojos, va a la par con ellos, sin duda alguna. Adoro tanto estos ojos como la persona que los tiene, así que no te me vayas nunca, luz de mis estrellas.

Los quintos y últimos...son inalcanzables, fríos, velados. No puedo contar nada de ellos. Lejanos, oscuros y extraños.


domingo, 12 de febrero de 2012

Never let me go

La ciudad muere. Bajo mis pies el mundo parece no tener vida. El cielo, sobre mi, oscurece, inexorablemente. Hermosa, alarmante, lúgubre, la noche se cierra y caigo: rápido, profundo.

Quizá es por que me he cansado de él, o tal vez sólo me he hartado de mi misma. Pero siento que la tierra dejó de girar, abruptamente. Y yo paré con él.

A veces, vagamente, recuerdo como solías tirar de mi mano, frágil y pálida. Y me sonreías, como sólo tú sabes hacerlo: con esperanza, confianza, sin mostrar el más mínimo signo de la debilidad que yo derrochaba.

Tal vez fue eso, quizá el mundo ya había dejado de girar para mi, pero tú seguías empujándome hacia el este, sin parar. Hasta que dejaste de hacerlo. Y quedé sin promesas, sin esperanzas, sólo atada a una vida que jamás había parecido tan vacía.

Nunca supe como pararte, ni tan siquiera alcanzarte. No apreté tus dedos, ni me contagiaste con tu risa. Pero tú decías ser valiente, pese a la adversidad que presentaba. Ni siquiera ahora, habiendo pasado tanto tiempo, entiendo qué te hizo permanecer ese tiempo a mi lado, empujándome, salvándome de mis monstruos, sin recibir nada a cambio.

Pero el pasado, sepultado bajo un millón de vivencias tan recientes, nunca ha parecido brillar tanto como hasta hoy.

Y ahora sé que quizá el mundo siempre fue ajeno a mi, sólo tú eras el hilo que me unía a él. Y cuando ese hilo se rompió, quedé suspendida lejos de la realidad, en un lugar donde tan sólo tú habrías sabido entender.

Mi mundo, tan lleno de ti, se estremece por la probabilidad de tener que permanecer catatónico en tu ausencia.  El mundo exterior, real tal vez, se aleja junto a cada paso que das lejos de mi.

Alargo el brazo y cierro la mano, atrapando las partículas de un oxígeno innecesario para mi.

Te has ido. Para siempre.

martes, 7 de febrero de 2012

But she flew away from my reach

Querida Elliot,

¿Cómo van las cosas por ahí? Hace eternidades que no hablamos... ¿Qué es de ti? ¿También me echas de menos tanto como yo a ti? Me parece imposible imaginarlo.

Las cosas por aquí no van muy bien, ¿sabes? Todo ha cambiado mucho, y a veces necesito que me cojas de la mano para volver a tocar el suelo. La vida se complica a un ritmo que no comprendo, y duele Elliot, duele muchísimo sin ti a mi lado.

No comprendo el ritmo de la vida sin ti, Elliot, no sé cómo afrontarla. ¿Cómo voy a levantarme ahora? ¿Y si toco fondo y tú no estás para gritarme que me levante? ¿Qué voy a hacer entonces?

Las luces se van...poco a poco, y tú te marchas con ellas. Y...siento que no podré alcanzarte jamás. ¿Quién escribió nuestra pérdida? ¿Quién movió mi hilo lejos del tuyo? No es justo.

Nunca pretendí que las cosas acabaran así, lo sabes ¿verdad? A veces las noches son tan frías que rompen lazos. A veces, los días son tan largos que se nos olvidan las cosas más importantes por el camino. Supongo que, a la larga, los monstruos salen a la luz.

Y lo que más lamento, Elliot, es que yo no pude protegerte de los míos, ni de los tuyos.

viernes, 3 de febrero de 2012

Who are you?

Ella. Ella. Ella. Sólo había sitio en tu corazón para ella. Amabas cada parte de su ser; su voz, tan dulce y delgada. Su pelo; corto, rubio, brillante. Sus ojos; cálidos, claros como sólo ella podía tenerlos. Y su piel, tostada por el sol que parecía brillar cada vez que te sonreía.

Ella. Ella. Ella. Tan suave y liviana. Tan bella y encantadora. Tan parecida a la suave brisa de verano.

Ella. Ella. Ella. La paz, la tranquilidad, el amor más puro, el secreto oculto del cielo.

Y yo, condenada a estar atada a su espalda, tropezando esos hermosos pies de bailarina que te volvían loco. Cosida a la seda más blanca y más delicada que había visto jamás.

Y yo. Sólo había sitio en tu mente para mi. Odiabas cada parte de mi ser; mi voz, apenas un susurro ronco, gutural. Mi pelo; oscuro, largo, alborotado. Mis ojos; opacos, fríos, nocturnos, contrastados brutalmente con mi piel pálida, lívida.

El caos, la destrucción. La tormenta, la vorágine de lobreguez que permanece amarrada al más crudo invierno. La sordidez del hielo, tu sonrisa sardónica, todo era mío.


-¡Vuela!


-Quema.



sábado, 14 de enero de 2012

Scars never forgiven

Estas son sólo humildes hilos sin cabo de mi mente. No guardan relación más que la misma autora. Son, quizá, cinco pedazos indefinido, aunque tal vez haya más detrás de lo que me atreva a descubrir.

¿Quién sabe?


"Conec tantes coses de tu, de tots vosaltres. Tantes anècdotes, tants records vostres, que quasi em sembla, a vegades, haver-us conegut, haver-us estimat.

Sou el murmuri d'alguna cosa que no se descriure, sou acollidors i càlids, sou el somriure que faig sola caminant. Veu viure tantes coses, veu plorar i riure, i de sobte em trobo trobant-vos a faltar. Però, es pot trobar a faltar algú que no has conegut?"



"¿A dónde vas, ratita? No te vayas, ven, ahora vas a escucharme.

¿Porqué no dejamos un momento de lado la falsa cortesía y nos sinceramos? ¿Qué podemos perder ahora? Yo, francamente nada, hace tiempo que me lo has arrebatado todo."



"El lloc d'on vinc, no està a prop ni lluny,
Els estius no són calorosos, allà ni hi fa fred a l'hivern.
El vent no hi bufa mai, el sol no es veu."



"Despedidas. Joder."


"Como escuchar de lejos el arroyo.
Como seguir la melodía del tiempo.
Como oler el sol de verano en el mes de enero.
Como llorar por las motas de polvo.
Como sentir el peso del aire sin ti.
Como temblar con un cuento de Poe.
Como quemar recuerdos del pasado.
Como intentar dibujar la eterna espiral.
Eso y mucho más, somos tú y yo. Aquí y ahora."




"Eres joven y apasionada, y estás acostumbrada a soñar y a que no te muerda el tiempo."

Veintiún gramos

Debo decirte, cielo, que es muy mala idea encerrarte con un gato para apalearle. Al principio huyen, con el pánico recorriéndoles, pero después atacan de forma letal a su enemigo.


¿No ves algo que no encaja aquí, amor mio? ¿Porqué huir si sabes que pueden acabar contigo? ¿No serás tú tal vez, el que tenga huir?


Tan sólo le he visto la cara una vez. Más oscura que ésta fosa, que es mi hogar. Más vacía que los ojos que dejé en tu memoria.

Empiezo a preguntarme, después de tanto tiempo ¿Quién ha ganado? Parecía tan obvio que tú serías el triunfador...


Pero no fue horrible, ¿sabes? No es lo peor a lo que me enfrentado. La miré de frente, con la cabeza bien alta y ninguna nos acobardamos ante la otra. Ella me tomó entre sus brazos gentilmente y yo apoyé mi cabeza en su regazo, dejándome mimar.

Hay miles de formas de ganar, tú, por ejemplo, tardaste apenas unos segundos en derrumbarme, todo pasó en un solo compás. ¿Y si te dijera, que ésto no acaba aquí?


Lloré desmedidamente, lamentándome de tan terrible perdida. Pero ella, con palabras cándidas susurró las breves palabras, el enigma que me ha llevado a dar el jaque mate.


¿Qué sera de ti, mi amor, cuando perezcas en nuestra batalla? Ya no habrá segundas oportunidades. Quizá, en el fondo, nunca las tuviste.


Y aquí estoy, inmóvil, perdida, surcando en algún mar de pesares y horrores. Tan cerca de ti como jamás he estado. Aplastando tu corazón contra tus costillas, haciendo flaquear tus piernas, oprimiendo tu garganta paulatinamente.

No lo llames justicia. ¿Qué podría hacer yo, pobre de mi, si ni tan siquiera puedo tocarte, si tan sumergida en las profundidades, no puedo exhalar un suspiro? ¿Qué peligro hay en mi? 


Al final, la arena ha colmado el recipiente inferior y ya no queda tiempo. Extinguido, casi sin darte cuenta, llevándose con el tu último gemido aterrado. Ya no queda tiempo para huir.

"-¿Dónde está el gato?"

sábado, 7 de enero de 2012

Y hacer un gran epitafio, que arranque sonrisas a todos lo que pasen.

Cómo hemos llegado hasta aquí es algo que no tiene importancia; tú te limitaste a cogerme la mano y a decir que nos íbamos, me acuerdo que pensé que estabas loco. Pero, aun así, arrastré mis pies hasta tu coche, un viejo descapotable de color rojo. 

De cómo hemos pasado de estar en el jardín de nuestra casa, a estar cruzando un inmenso desierto anaranjado, es algo que ignoro. Y que más da, tú miras la carretera con tus impresionantes ojos negro súbitamente brillantes, con casi una media sonrisa pintada en el rostro, lleno de satisfacción y de paz; y yo no deseo estar en ningún otro lugar.

Corremos y puedo jurar que me fundo con el viento. El cielo ha pasado de turquesa a naranja en un pestañeo, mientras aceleras en esa recta inimaginablemente larga y vacía, mientras me debato entre llorar o reír.

No recuerdo a quien hemos dejado atrás, ni si quiera que día es hoy. Aun así se que mamá nos matará, ¿verdad? Nunca has sido un buen hermano mayor. Te miro un segundo más, me estás mirando como sólo tú sabes hacerlo, te acercas un poco más, pones una mano en mi cabeza.

-Niño tonto.

Suena Redline Day, y en ése preciso momento sé que sí sigues luchando, yo seguiré intentándolo. 

Despierto de repente de mi sueño, asustado por los gritos, me apoyo en mi fusil y me pongo de pie. El capitán, con nerviosas palabras nos da ánimos para seguir adelante. Algunos rezan, así que intento hacerlo yo también. Miro por la ventana y veo las montañas cada vez más cerca.

-¿Qué haré si me matan, hermano? ¿Y si una bala me destroza el corazón?

Las compuertas se abren y yo busco desesperadamente un escondite. Cuando no miren, me digo, cuando no miren me esconderé.

Pero siempre miran y las compuertas se han abierto y decenas de compañeros salen disparando al cielo azul. Maldiciendo al enemigo, mientras miro con horror como algunos de mis amigos ya han caído.

Las primeras bombas ya hacen estragos, he esquivado cada una de ellas, pero en un instante un grito de alerta atraviesa mis oídos y me doy cuenta que no puedo dar un paso más. Caigo en la arena tocándome el abdomen, manchado de sangre. Un explosivo, ¿eh? Eso explica el sepulcral silencio que me rodea.

La desesperación consume poco a poco mi cuerpo, y me tranquilizo repitiéndome dónde iré si salgo de ésta.

-Iré a mi madre con flores, y antes de nada le pediré perdón por tratarla siempre así. Visitaré tu tumba, para decirte que lo intento, día a día, con todo lo que tengo. Y correré a casa de Helena y la abrazaré tan fuerte como pueda, para ver como se da cuenta de que la quiero más de lo que me quiero a mi.