En un segundo, dentro de mi mente, sólo existía esa canción. La gente a mi alrededor, las manos alzadas, los gritos de júbilo, la ensordecedora música: todo perdió sentido.
Me desaté de mi misma, me perdí entre compases. Cerré los ojos y me abandoné. Caí y me fui. Sólo durante unos segundos, me rendí ante el piano. Exhalé toda duda, inhalé mientras abría los ojos.
Y ya no hubo más oscuridad, quedé suspendida en esa realidad en negativo. Paré de saltar y contemplé con fascinación aquella multitud de palmas abiertas, luchando por llegar más alto. Fue hermoso. Sonreí sola y bajé mi mano, brindándoles la oportunidad a otros de rozar el clímax.
Bajé mi mano y reí, embelesada por aquella pequeña muestra de felicidad espontánea.
Las notas se perdieron y yo con ellas.
Me desaté de mi misma, me perdí entre compases. Cerré los ojos y me abandoné. Caí y me fui. Sólo durante unos segundos, me rendí ante el piano. Exhalé toda duda, inhalé mientras abría los ojos.
Y ya no hubo más oscuridad, quedé suspendida en esa realidad en negativo. Paré de saltar y contemplé con fascinación aquella multitud de palmas abiertas, luchando por llegar más alto. Fue hermoso. Sonreí sola y bajé mi mano, brindándoles la oportunidad a otros de rozar el clímax.
Bajé mi mano y reí, embelesada por aquella pequeña muestra de felicidad espontánea.
Las notas se perdieron y yo con ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario