-Y lo dije una vez, y lo repetiré mil veces: Es él, no hay duda, ¿Cómo podría otro ocupar su lugar? Pero no es mi ahora, ¿Cómo podrías retener tú, una luz que se desvanece constantemente?
-Pues anda hacia el Sur. ¡Corre pequeña niña estúpida!
-Elliot, no entiendes nada...
-La que no entiendes nada aquí eres tú. Descansa, tómatelo con calma.
-Pero acab-
-Nunca serás el gato Risón, cielo.
-¡No quiero ser el conejo blanco, Elliot!
-¿Qué haces?
-Irme.
-Quédate.
-Pero y-
-Cobarde.
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