"I think it's time to blow this scene get everybody and the stuff together.
Ok, 3, 2, 1, let's jam."


jueves, 22 de marzo de 2012

Lullaby for Cain

El nudo en la garganta me impedía respirar. La cuerda atada a mi muñeca quemaba mientras intentaba desesperadamente sujetarme a algo para no ceder.

Tú estudiabas mi estado desde el otro lado de la cuerda, tirando lánguida y perezosamente, sin esfuerzo. Por las noches parabas: dejabas la cuerda en el suelo y te acercabas hasta mi, dejando que llorara hasta quedar dormida en tu regazo, mientras tú susurrabas algo parecido a "No llores, amor. Duerme."

Así que tirabas, tirabas...tirabas, hasta que dejé de ser. Sentí como algo de mi se iba, rompía los lazos y  volaba lejos de mi, siguiendo la cuerda hasta encontrarte. La otra parte quedaba, reposando en el suelo de alquitrán. Y gritaba y arañaba y gritaba tu nombre una y mil veces.

"¡No soy yo, a quien te llevas! ¡¿No lo ves?!"

De repente, el mundo perdió su consistencia y me desvanecí entre la negrura.

Al despertar, a lo lejos, vuestras -¿nuestras?- figuras se alejaban. Y yo -¿yo?- permanecía allí, acurrucada contra un césped rígido.

Pero el tiempo pasaba , y sólo mi alrededor tomaba forma. No había más que abismos, cielos color naranja y desolación. La carretera no era más que una pasarela tendida por encima de esos abismos: parecía una autopista cualquiera, pero era una pasarela.

Lo demás, los descampados, las montañas a lo lejos, eran abismos. Y me abandoné a ellos.



martes, 20 de marzo de 2012

Magnolias

La vida no era justa. Escupiste en el suelo, harto de pensar. No, la vida era cualquier cosa menos justa.

La calles se hacían más borrosas, la urbe temblaba con tu ira: las paredes mojadas de algo que parecía lluvia, las luces parpadeantes a lo lejos. Todo parecía gritar dentro de tu cabeza.

Dejaste atrás los bares de mala muerte tan cerca de casa, esos bares que se habían convertido en algo más que un simple pasatiempo. Y el diablo crecía.

Crecía tanto que parecía no haber vuelta atrás, tragaba lo bueno que quedaba de ti, dejando vacíos insondables y ardientes.

La puerta de madera que separaba la fría noche de mi hogar te pareció más liviana que nunca, así que ni siquiera parpadeaste cuando se estrelló contra la pared.

Ella te miró, entre cansada y desesperada y no pudiste aplacar el odio que sentías al verla. Te acercaste en un suspiro y la cogiste del pelo.

No gritó, como siempre, ni luchó: se dejó hacer. Y el diablo mordía fuerte en tus entrañas, insatisfecho. Quizá ya era demasiado tarde, ella también te había dejado solo.

La soltaste de golpe, viendo como inmóvil en el suelo, alcanzaba a sonreírte. Las náuseas bloquearon tus pensamientos y corriste al último lugar que podía devolverte la cordura.

La habitación, ya de por si pequeña, te pareció asfixiante a los pocos segundos. Arropaste a tu hija entre tus brazos, y te dejaste resbalar contra la pared.

La niña lloraba mientras tú la apretabas contra tu pecho. Sus alaridos casi parecían calmar ese dolor venenoso. Pero ella calló también.

Así que cuando cuando lo notaste, algo por fin murió dentro de tu mente: lo que te unía a esta realidad, la única luz que sobrevivía entre tanta oscuridad se extinguió.

Y volviste a ser un niño de nueve años cobijado por monstruos.


"Los hombres rara vez tienen el valor suficiente para ser o extremadamente buenos o extremadamente malos."

Niccolò Machiavelli-


jueves, 15 de marzo de 2012

1962

Cuando todo empezó a dar vueltas, supe que era el fin. No había marcha atrás, lo que quedaba de mí resbalaba por mi garganta, anulándome. Me convertí en algo que no era, condenada a verme a mi misma a través de un cristal, observándome actuar mecánicamente, a la perfección.

Los días eran una pesadilla, seguía viviendo esa realidad atroz a mi alrededor, desatándome de la vida, de mi mundo, dejando que pasara el tiempo sin inmutarme. La verdad se confundía con mis sueños mientras la luz se convertía en un triste reflejo.

La vorágine de sombras me aturdía, el terror se volvió la única manera de evadirme. La soledad me parecía eterna cuando notaba cómo ella sonreía.

Pero llegaste y el aire que trajiste contigo calmó esas voces. Invadiendo mi esencia, fundiéndote entre las dos mitades de un todo. Enamorándote de ella y no de mi. Recordando su voz, pero desconociendo la mía.

Así que cuando viste el pánico que tenía a la oscuridad, cómo dormía acurrucada contra la pared o cómo se aceleraba mi pulso en ese pequeño ascensor, tus esquemas se rompieron y lo que nos unía con ellos.

La máscara cayó y no encontraste nada por lo que mereciera la pena luchar.

Lamento no poder ser ella. Lamento que la mentira sea lo mejor de mi verdad.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Fins sempre

El lloc d'on vinc,
no està a prop ni lluny
allà pocs cops hi brilla el sol
encara que tampoc hi ha núvols.

El lloc d'on vinc,
els estius no son calorosos
però els hiverns tampoc son freds.

La gent no surt pels carrers,
no s'hi veuen nens corrent,
tampoc es sent la remor d'un riu
i les muntanyes pocs cops son verdes.

Allà els ocells no canten, saps?
Sempre he pensat que tenen una promesa
per no interrompre aquell silenci.

Hi han poques cases i totes son velles,
els carrerons son estrets,
però no recordo haver sentit por.

Quan es de nit a vegades,
hi bufa un vent suau,
però tampoc recordo haver sentit el murmuri dels arbres.

I quan arriba la primavera,
els prats que ho pinten tot
no se'ls hi veu cap flor,
semblen estar esperant a èpoques millors.

Al lloc d'on vinc,
les estrelles mai hi brillen,
però, cada nit de sant Llorenç
es senten rialles des de molt amunt.

Tu, sorprès,
em vas dir m'entres m'agafaves la mà:
-I com es que te'l estimes tant?

Jo vaig somriure a aquelles rialles
que ara viatjaven per altres indrets com el meu,
i sense mirar-te et vaig dir:
-Es el lloc d'on vinc.




lunes, 5 de marzo de 2012

Take a sad song and make it better

Entendí la felicidad una noche de invierno por la calle. Fue repentino: sin avisar, me encontré riendo por nada y a ellos riendo conmigo. Cada uno con su propia melodía. Y yo no pude encontrar un sonido más perfecto. Nos miramos todos un segundo, sin aliento y con las mejillas sonrojadas, con los ojos brillantes y con una sonrisa aun plasmada en el rostro.

Y en ese segundo, el mundo me pareció mas sencillo que nunca: la brisa revolviendo mi pelo, la noche tan brillante por esa calle extranjera, el peso de mi corazón; que latía con fuerza, casi chillándome que no podría olvidar nunca ese momento.

Sí, entendí que la felicidad es ese instante en el que te preguntas quién querrías ser o dónde desearías estar, y te encuentras sonriendo al pensar que no cambiarías la más mínima cosa.

Ahora, que me quedo sin palabras, sólo puedo deciros gracias, probablemente el más sincero que he dicho jamás. Gracias por ser tan vuestros, por compartir este pedacito de mi vida, por ser tan maravillosos. Por hacerme tan feliz.

No sé si será por ese canon, o por la despedida silenciosa que nos otorgo pero, si pudiera dar un paso atrás en mi vida, volvería a ese momento: sólo para mantenerme callada, escuchando, para que mi risa no empañara la vuestra. Para oír la vida en estado puro.

Así que no os vayáis aún, por favor, quedaros un poco más, esperad. Dadme un poco más de vosotros, dejadme quereros aún más.

En la vida no hay sólo amor, a veces queda eclipsado por esa felicidad.

A veces, en la vida, no hay sólo amor, y sin embargo, queremos.