"I think it's time to blow this scene get everybody and the stuff together.
Ok, 3, 2, 1, let's jam."


miércoles, 29 de febrero de 2012

Goodbye moon

El último día, será un día normal y corriente. Me levantaré, con ese presentimiento atado a mi garganta, me vestiré, cogeré las llaves y andaré hasta tu casa.

Seguramente, frente a tu puerta, dudaré unos instantes; pero finalmente llamaré. Tú tardarás los quince segundos reglamentarios, y abrirás la puerta, con la sorpresa en el rostro, al verme después de tanto tiempo. Así que, con la patética voz que tendré en ese momento, te diré que me debes un paseo, y que he venido a buscarlo.

Tú, con desconcierto, cogerás el primer abrigo que encuentres, -porque en otoño las mañanas empiezan a ser frías y tú lo odias. Cerrarás la puerta y te pondrás las llaves en el bolsillo derecho. Y empezaremos a andar.

Pasarán más de veinte minutos antes de que me atreva a decir algo, y lo primero que diré, será algo así como: "Lo siento." Tú me darás una media sonrisa cansada y señalarás con la cabeza un banco cercano.

Nos sentaremos cerca, y me pasarás un brazo por encima mientras yo intentaré encenderme un cigarro que acabarás encendiendo tú, como siempre.

Después vendrán los llantos, los abrazos, alguna que otra risa y la despedida.

Pero, definitivamente, sé que recordaré con más afecto esa media hora de silencio, en la que, aunque fuera sólo en mi imaginación, tú fuiste para mi y yo para ti.

lunes, 27 de febrero de 2012

Dos segons.

Pots, encara que sigui un segon: pots deixar el que estàs fent i mirar-me? Només a mi, un moment. Fes-me existir a la teva vida per un instant.

Em trobo en aquest estrany punt de no retorn, on m'han dut els teus ulls tan verds.

Així que salva'm, d'aquest hivern tan fred, d'aquesta negror que em consumeix i no em deixa respirar. Deixa'm veure com em mires, deixa'm veure la perfecció. I somriu-li a algú altre, que jo ja estaré contenta.

Total, què sóc si no una estranya, per tu? D'aquestes que s'obliden. D'aquestes que el pas del temps les borra. Però tu no, oi? Tu ets d'aquells que es marquen a foc, davall la pell. Ets allò que no se'n va mai, allò que tan de bo pogués oblidar en un tancar i obrir d'ulls.

M'entens ara, entens que no pugui treure't els ulls de sobre? Que et trobi a faltar quan no hi ets? Que no me'n pugui estar de buscar-te a tot hora?

I ara, que tot ha acabat, o que potser mai ha començat, t'haig de dir adéu, per sempre.

Però avui no. Avui vull, simplement, romandre on sóc i deixar-me endur.


Per la meva boja d'ulls tristos.





miércoles, 22 de febrero de 2012

Catorce

"Sólo hacen falta segundos,
para perder, un juicio que no tenías.
Para convertirse en un monstruo,
no hacen falta presentaciones."

Eres un vacío.
O no.
Eres la nada que no eché
ni echaré de menos.
Eres un recuerdo,
olvidado por tantos...
momentos.

Eres un pasado
que ni siquiera es mío.
Eres la imaginación,
tan perturbadora,
de una niña de
-¿cuántos?-
Ocho años.

La sangre, que fluye
y que fantaseaba,
perdida,
entre calles de Madrid.
No es tuya.
No existe.

Los rasgos, atados,
no son mis ojos.
Ni mi mente,
ni mi razón.
Son partículas
invisibles a tus ojos olvidados.

Papá no existe.
Sólo tu rabia marcada en mi cara.
Un cicatriz que no duele.
Ni dolió.
Papá no existe,
ni existió.

No añoro nada.
Y no me asusta.
No significas nada,
sólo eres una cicatriz.

Hay, papá,
muchas formas de morir.
En tu caso,
y en el mío,
hemos muerto para el otro.

Pero, si algún día,
los temores de una niña de
-¿cuántos?-
ocho años
se cumplen,
no será tu monstruosidad
la que opacará mi mundo.

Será la mía, papá.
Más oscura,
y menos perceptible
que la única señal
que dejaste de tu existencia.

martes, 21 de febrero de 2012

#1

Me quedé mirando fijamente por la ventana, fascinada por el color del atardecer entre las montañas. El único remanso de paz que quedaba cerca de mi y de esa habitación que me ahogaba. Suspiré y crucé mis manos sobre mi regazo, repentinamente avergonzada por mi osadía; abochornada por el cúmulo de sensaciones que se reflejaron en el rojo de mis mejillas.

El llamado detrás de la puerta interrumpió de golpe mis cavilaciones, despertándome de mi dulce descanso. La puerta se entreabrió, descubriendo a una pequeña mujer de rostro pálido.

-Señorita, su padre la llama.

Cerré un instante los ojos, para después volver a mirar por la ventana. Como suponía, el sol había caído ya, y con él, todas mis ilusiones.

-Dígale que iré en un segundo- contesté, sorprendida de lo extraña que sonaba mi voz.

"Eso es de usarla tan poco, princesa" Susurraste una noche, a penas rozándome la mano.

La mujer se retiró con prisas y cerró la puerta silenciosamente. Tardé casi cinco minutos en levantarme y recorrer el espacio que separaba mi habitación de su estudio. Cuando llegué frente a la puerta, me aterró el hecho de no haber notado el repiqueteo de mi corazón nervioso.

-Pasa.- contestó a mi ligero toque de nudillos.

Me adentré en ese extraño cuarto. Lleno de papeles, muebles de madera, estanterías llenas de libros que mi padre no había tomado si quiera la molestia de cuidar, y en el centro la imponente mesa dónde la silueta de mi padre apoyaba los codos con gesto calculador.

-¿Puedo preguntar el porqué de su llamado?- mi voz permanecía monocorde, casi despreocupada.

-Quería preguntarte si sabias algo de la hija de nuestros vecinos, esa chica tan encantadora con la que solías ir a montar a caballo.

-No, hace días que no sé de ella. ¿Ha pasado algo malo?

Él hizo lo imposible para no sonreír.

-Ha desaparecido. Justo antes de su boda.

Yo ni siquiera me molesté en hacerlo.

-Vaya, qué desgracia. ¿Cómo están sus padres?- respondí con un hilo de voz.

-Furiosos.

La habitación permaneció en un absoluto silencio mientras él empezaba a fumar. Habiendo hecho un par de largas caladas, me miró insondablemente.

-Te irás.

-Supuse que lo sabía.

El miró por la única ventana que no estaba tapada por las pesadas cortinas azules, ausente.

-No piensa detenerme.-En ese momento lo vi claro, esa sería nuestra última conversación. Abandonaría esa casa. Esa misma noche. Para no volver.

-No. Tu madre me dio otra hija. A tu prometido no le importará el nombre mientras tenga el mismo apellido, y a mi tampoco.-El cigarro se consumió en el cenicero, dejando un horrible olor en el estudio- Quizá no fui el mejor padre.

-Ni yo la mejor hija.

Nos miramos largamente, sin estudiarnos, sólo mirando el reflejo del otro. El descansó su mano en el reposabrazos de su inmenso sillón.

-Tendrás prisa- me dijo.

Retrocedí dándole le espalda hasta la puerta, sin mirarlo.

-Adiós padre.

Y salí para siempre de esa casa. De sus recuerdos. Y nunca volví a saber nada de ellos, ni ellos de mi.

viernes, 17 de febrero de 2012

Crash, crash

En tu mundo, en tu habitación, en tu oscuridad. ¿Dejarás que muera sin ti o me llevarás hasta tu sillón?

Todo empezó a dar vueltas, al mismo tiempo que fijaste con una exactitud inhumana tus ojos en los míos, haciéndote dueño de todo lo que podía considerar mío. Te acercaste, serpenteando, sonriendo. Y yo sólo podía pensar que era tu presa.

Alzaste la mano en un pestañeo, cogiéndome la nuca, arrastrándome hasta escasos centímetros de tu pecho, pero sin tocarte. Nunca podía tocarte.

En tu cama, sobre tus sábanas, bajo tu cuerpo. ¿Me permitirás tocarte o quemaré sola?


Fue en un segundo, mientras miraba la pared perdida entre tus brazos, cuando besaste mi quijada como nunca, nunca lo habías hecho; podías morderme, abrazarme, hacer todo lo que quisieras con este cuerpo que siempre fue tuyo, pero nunca me habías besado. Después me mordiste con fiereza, recordándome dónde estaba.

Pero fue un antes y un después, una fina brecha a todo lo que acontecería. Pero entonces no lo sabíamos.

Dentro de mi sueño, bajo mi cuerpo, sobre mi cama. ¿Querrás besarme o dejarás que te muerda?




/Esto es sólo la adaptación de un sueño de dos minutos./


miércoles, 15 de febrero de 2012

When you found me

Creo que hay cinco pares de ojos que me fascinan, que sin ellos a penas podría soportar la monotonía de esos días que aborrezco.

Los primeros los conozco desde que tengo memoria. Verdes, claros, brillantes y hermosos. Llenos de vida, de frescura, de fuerza, de ternura. Tan mágicos y de seguridad que podrían cambiar el mundo en un sólo segundo. Son los ojos que salvaron mi vida más veces de las que me atrevo a mencionar, los que se marcaron a fuego en mi mente la primera vez que me abrazó. Son los ojos que nadie podría entender tanto como yo, los que añoro día a día sin ellos a mi lado.

Los segundos son de la persona más tormentosa de mi vida. Son castaños, oscuros, pícaros y cremosos. Esa maravillosa persona que he tenido la suerte de conocer y que ha cambiado mi existencia en un chasquido de dedos. Ese par de pozos marrones me han dado de los mejores momentos de mi vida. Expresivos, ardientes, como ella. El todo o la nada, siempre tan drástica y melosa. ¿Qué más puedo decir de estos ojos? Si se han vuelto una parte imprescindible de mi.

Los terceros son los ojos más curiosos y más inquietos que he llegado a conocer jamás. De color miel, dulces, caóticos, transparentes. Son de la personificación de un huracán. Como si eso no fuera suficiente, acompañan a la persona más inestable, rozando la locura, que puedes encontrarte suelta. Tan corrientes y a la vez tan complejos, tan cercanos y lejanos, que no puedes evitar pensar que algún día dejarás de verlos para siempre. No puedo decir nada más de ellos, son simplemente, únicos para mi.

Los cuartos, son simplemente un remanso de paz. La que me hace falta cuando abro los ojos al despertar. Son, como dije desde el primer día que los vi, dos charcos de tierra húmeda. Como un bosque infinito donde no me importaría perderme años enteros. Confidentes, audaces, comprensivos, tranquilos. La persona que posee estos encantadores ojos, va a la par con ellos, sin duda alguna. Adoro tanto estos ojos como la persona que los tiene, así que no te me vayas nunca, luz de mis estrellas.

Los quintos y últimos...son inalcanzables, fríos, velados. No puedo contar nada de ellos. Lejanos, oscuros y extraños.


domingo, 12 de febrero de 2012

Never let me go

La ciudad muere. Bajo mis pies el mundo parece no tener vida. El cielo, sobre mi, oscurece, inexorablemente. Hermosa, alarmante, lúgubre, la noche se cierra y caigo: rápido, profundo.

Quizá es por que me he cansado de él, o tal vez sólo me he hartado de mi misma. Pero siento que la tierra dejó de girar, abruptamente. Y yo paré con él.

A veces, vagamente, recuerdo como solías tirar de mi mano, frágil y pálida. Y me sonreías, como sólo tú sabes hacerlo: con esperanza, confianza, sin mostrar el más mínimo signo de la debilidad que yo derrochaba.

Tal vez fue eso, quizá el mundo ya había dejado de girar para mi, pero tú seguías empujándome hacia el este, sin parar. Hasta que dejaste de hacerlo. Y quedé sin promesas, sin esperanzas, sólo atada a una vida que jamás había parecido tan vacía.

Nunca supe como pararte, ni tan siquiera alcanzarte. No apreté tus dedos, ni me contagiaste con tu risa. Pero tú decías ser valiente, pese a la adversidad que presentaba. Ni siquiera ahora, habiendo pasado tanto tiempo, entiendo qué te hizo permanecer ese tiempo a mi lado, empujándome, salvándome de mis monstruos, sin recibir nada a cambio.

Pero el pasado, sepultado bajo un millón de vivencias tan recientes, nunca ha parecido brillar tanto como hasta hoy.

Y ahora sé que quizá el mundo siempre fue ajeno a mi, sólo tú eras el hilo que me unía a él. Y cuando ese hilo se rompió, quedé suspendida lejos de la realidad, en un lugar donde tan sólo tú habrías sabido entender.

Mi mundo, tan lleno de ti, se estremece por la probabilidad de tener que permanecer catatónico en tu ausencia.  El mundo exterior, real tal vez, se aleja junto a cada paso que das lejos de mi.

Alargo el brazo y cierro la mano, atrapando las partículas de un oxígeno innecesario para mi.

Te has ido. Para siempre.

martes, 7 de febrero de 2012

But she flew away from my reach

Querida Elliot,

¿Cómo van las cosas por ahí? Hace eternidades que no hablamos... ¿Qué es de ti? ¿También me echas de menos tanto como yo a ti? Me parece imposible imaginarlo.

Las cosas por aquí no van muy bien, ¿sabes? Todo ha cambiado mucho, y a veces necesito que me cojas de la mano para volver a tocar el suelo. La vida se complica a un ritmo que no comprendo, y duele Elliot, duele muchísimo sin ti a mi lado.

No comprendo el ritmo de la vida sin ti, Elliot, no sé cómo afrontarla. ¿Cómo voy a levantarme ahora? ¿Y si toco fondo y tú no estás para gritarme que me levante? ¿Qué voy a hacer entonces?

Las luces se van...poco a poco, y tú te marchas con ellas. Y...siento que no podré alcanzarte jamás. ¿Quién escribió nuestra pérdida? ¿Quién movió mi hilo lejos del tuyo? No es justo.

Nunca pretendí que las cosas acabaran así, lo sabes ¿verdad? A veces las noches son tan frías que rompen lazos. A veces, los días son tan largos que se nos olvidan las cosas más importantes por el camino. Supongo que, a la larga, los monstruos salen a la luz.

Y lo que más lamento, Elliot, es que yo no pude protegerte de los míos, ni de los tuyos.

viernes, 3 de febrero de 2012

Who are you?

Ella. Ella. Ella. Sólo había sitio en tu corazón para ella. Amabas cada parte de su ser; su voz, tan dulce y delgada. Su pelo; corto, rubio, brillante. Sus ojos; cálidos, claros como sólo ella podía tenerlos. Y su piel, tostada por el sol que parecía brillar cada vez que te sonreía.

Ella. Ella. Ella. Tan suave y liviana. Tan bella y encantadora. Tan parecida a la suave brisa de verano.

Ella. Ella. Ella. La paz, la tranquilidad, el amor más puro, el secreto oculto del cielo.

Y yo, condenada a estar atada a su espalda, tropezando esos hermosos pies de bailarina que te volvían loco. Cosida a la seda más blanca y más delicada que había visto jamás.

Y yo. Sólo había sitio en tu mente para mi. Odiabas cada parte de mi ser; mi voz, apenas un susurro ronco, gutural. Mi pelo; oscuro, largo, alborotado. Mis ojos; opacos, fríos, nocturnos, contrastados brutalmente con mi piel pálida, lívida.

El caos, la destrucción. La tormenta, la vorágine de lobreguez que permanece amarrada al más crudo invierno. La sordidez del hielo, tu sonrisa sardónica, todo era mío.


-¡Vuela!


-Quema.