Sonríes. Te besa.
Y todo está bien.
Te enfadas. Ella chilla.
Le haces daño. Te besa.
Y todo está en orden.
No la ves, te frustras.
Te llama. No respondes.
Ella no está. Tú tampoco.
Respiras. Te calmas.
Observas desde lejos.
La pierdes. Te hundes.
Suspiras, la añoras.
Vives. No comes.
Se fue, el plato está vacío.
Pasa el tiempo, -lentamente.
La ves pasar. Piensas en dios.
No te mira. Tú tampoco.
La olvidas. Eso crees.
Ella regresa, te das cuenta.
La tomas de la mano. No te reconoce.
Algo se rompe. Quizá.
Te autodestruyes. Mueres, tal vez.
Sigues mirando por la ventana.
Perece. Ella, perece.
Sin despedidas.
Tú prevaleces, para recordar.
Llega la madrugada. Estás despierta.
No estás en cama.
Rojo y negro, gris, ella y tú.
Frío y flores.
Dos, bajo la lluvia.
Tulipanes, rojos.
Acaba. Como todo.
Aunque tarde, te consumes.
Te toma la mano. Todo está bien.
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